Descanso navideño

| lunes, 19 de diciembre de 2016 | 15:20



Nos tomamos un descanso hasta enero. Muchas gracias por seguir leyéndome. No quiero despedirme y desearles una grata entrada en 2017, sin recordar la frase de Zygmunt Bauman: 

La felicidad no viene de la seguridad en sí, ni del confort, ni de la tranquilidad, sino de la superación de las dificultades. Son los retos y sus desafíos, el trabajo duro para enfrentarnos a ellos, lo que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos. 


La Historia como ficción

| lunes, 12 de diciembre de 2016 | 14:32

La Historia es un relato coherente y dramatizado del pasado, un corpus de conocimiento maleable que cambia con el tiempo y los intereses de quienes la formulan, y los pueblos a los que sirven. La Historia como género de ficción, en la que los historiadores nos cuentan un cuento con perfectas cadenas de causas y efectos cuando es evidente que el pasado resulta algo caótico, inabarcable, y en ciertos casos incognoscible. La Historia como ideología siempre al servicio de alguien. Los mitos que la desbordan porque su belleza anula o atempera los visos de realidad: ni Cortés tomó México con un puñado de hombres, ni El Álamo fue defendido por héroes que luchaban contra la esclavitud y la tiranía, ni Pelayo fue más que la invención adecuada de un monje que pretendía legitimar la monarquía asturiana, un pastiche de diferentes textos antiguos. El cine, contribuyendo con su mitología a deformar los hechos históricos. Estas son algunas de las premisas que Alfonso Mateo-Sagasta empuña en su enjundioso ensayo La Oposición. La necesaria simplificación de la historia para que la gente la recuerde mejor -no hubo una sola Armada Invencible, sino cuatro-; la mistificación en aras de un objetivo político o de gloria personal -Heródoto amplificando la, quizás, inexistente batalla de las Termópilas o Heinrich Schliemann inventando el tesoro de Príamo en Troya-; la imposibilidad de que la información sea fiable a partir de la tercera generación… Los historiadores eligen unos hechos en detrimento de otros y los combinan a su antojo, filtrándolos a través de escuelas heterogéneas, materialismo, empirismo, estructuralismo, dialéctica, positivismo, racionalismo… No obstante, aunque la Historia sea algo intangible, ni estable ni preexistente, continuamos necesitándola para saber no tanto lo que hemos sido como lo que queremos ser. En esa línea, el autor aboga por crear una nueva historia al margen de los chauvinismos que la han definido, a fin de vertebrar la nueva realidad de inmigrantes y multiculturalismo que se impone, una historia que refuerce un proyecto común, un relato en el que la Sicilia otomana tenga tanta importancia como Carlomagno. Pero el problema continúa siendo el de siempre: ¿quién será el encargado de definirla?

La amenaza dental

| martes, 6 de diciembre de 2016 | 10:19


La salud dental no es cara, es carísima. Y como toda salud resulta cardinal. A ello se le añade el componente estético, con todas las cortapisas sociales que produce una boca en mal estado. El cuidado de los dientes no entra dentro de las prestaciones de la seguridad social -salvo empastes infantiles y extracción de muelas-, por lo que pasa directamente al bolsillo del ciudadano. Las facturas por arreglos sensatos son altas, pero lo que me ha escandalizado últimamente son las insensatas. Se supone que el dentista es un médico, y como tal sujeto a un juramento hipocrático -aunque me cuentan que un estomatólogo y un odontólogo no son lo mismo-, y en todo caso debería tener un responsabilidad ética respecto a la salud del paciente. Estoy seguro de que la mayoría de profesionales son serios, pero ha proliferado una plaga de dentistas que solo están sujetos a las demandas del mercado sin atención alguna a las posibles consecuencias sanitarias. Un caso: un cliente con una simple gingivitis que se cura con una cirugía periodontal -pongamos 500 euros-, se transforma ante la mirada espantada y teatral del dentista en una extracción del diente y sustitución por un implante de tornillo injerto de hueso mediante -3000 euros-, una intervención quirúrgica que se alargará seis meses con todos los riesgos e incomodidades que eso supone para el paciente. Es solo una muestra. A esto añádanle los constantes diagnósticos para ir sumando ceros a las facturas, que si una muela pocha por aquí, que si un anclaje mírame y no me toques por allá, y ya tenemos la versión más perversa del enfermo imaginario. Yo me pregunto qué tipo de personas pueden jugar con la salud de los ciudadanos de esta manera. La presión del mercado, la competencia, la simple avaricia... ¿Debería el Estado empezar a plantearse meter mano en este asunto? En todo caso recomiendo que ante ciertos desvaríos de dentistas privados se pida siempre opinión a dos o tres más, y si no se convencen ir a un “sacamuelas” de la Seguridad Social y pedir un cuarto diagnóstico. Ellos cobran un sueldo fijo y no tienen en la cabeza hacer un estropicio para pagarse las vacaciones familiares. 

Las sorpresas de Godello

| lunes, 28 de noviembre de 2016 | 16:26


Ahora que la uva Godello se ha puesto de moda, todo el mundo la quiere, pero hay de todo. He estado probando unas cuantas bodegas -alguien tiene que sacrificarse- y me he encontrado este Louro, hecho en Valdeorras. Untuoso y fresco, muy equilibrado. La Guía Peñín y Parker lo puntúan bien, y yo le doy mi bendición, que no quiero ser menos. Disfruten. 

Conferencias en El Cairo

| jueves, 17 de noviembre de 2016 | 17:49


Estaré en el Instituto Cervantes y en la universidad de El Cairo del 19 al 24 de noviembre 2016. Talleres y conferencias.

I will be at the Cervantes Institute and El Cairo´s university from the 19th to the 24th of November 2016. Leading workshops and giving conferences.

El huevo de la serpiente

| lunes, 14 de noviembre de 2016 | 11:48

Trump no es la enfermedad, es el síntoma. Tras la ironía de Frank Underwood, el presidente ficticio de House of Cards, “la democracia está sobrevalorada“, subyace una pregunta mucho más inquietante: ¿Cómo ha llegado este huevo de serpiente hasta el Despacho Oval? En vez de desgañitarnos contra los populismos, hay que hacer autocrítica. Las políticas neoliberales que han laminado la clase media y el hastío que esto ha provocado entre la población; la dinámica de los media, que prioriza las noticias virales sin contrastar y en los que la mentira es el nuevo marco de la realidad. Si eres un señor de Luisiana -o de cualquier otro lugar del mundo- que necesita tres empleos para poder llegar a fin de mes, no puedes afrontar las coberturas médicas y estás continuamente bombardeado por mensajes falsos, es normal que veas a un inmigrante no solo como competencia, sino como un peligro que te puede arrebatar lo poco que tienes. Añádase a esto la despreocupación por solventar los conflictos internacionales hasta que estos no están picando a tu puerta, y en este caso a tus playas. Evidentemente no podemos minusvalorar el peligro que entraña Trump y el ejemplo público que está dando a las nuevas generaciones, cada uno puede imaginarse el mensaje que proyecta. Pero tampoco nosotros, los “virtuosos”, estamos libres de culpa. Es el momento de que Europa se plantee levantar el “muro de escudos”, que dicen en la serie Vikings, y empiece a lavar su propia colada sin tener que depender del detergente americano. Siempre he dicho que hasta que la Unión Europa no disponga de una política exterior común, con portaaviones en todos los mares, no pintaremos nada en el planeta. Y más ahora que los ingleses están viendo la oportunidad de fortalecer sus lazos -aún más- allende los mares. El caso Trump, aunque sus políticas queden morigeradas por la realpolitik y su “check and balance”, marca un antes y un después en el devenir no solo americano, sino mundial. Fukuyama aseguró en su momento que la Historia se había detenido, pero a mí me parece que este muerto está muy vivo, y tiene un Colt en la mano. 

Patria

| jueves, 3 de noviembre de 2016 | 12:52

Hay un mal que es como una ráfaga de halitosis, un mal silencioso, sin aspavientos, que hace que tengas que marcharte de los sitios con impotencia y rabia. Ese mal es el que describe Fernando Aramburu es su inmensa novela “Patria”, un fresco de la sociedad vasca que describe el proceso de radicalización de una masa que sigue al pie de la letra los procesos descritos por Elias Canetti en su ensayo “Masa y Poder”. La búsqueda de un enemigo exterior, la culpabilización de las víctimas, la adulteración de las leyes, el culto a los héroes, la repetición de una mentira que acaba por transformarse en dogma, el maniqueismo, la conformación del “Volk”, la perversión de los lazos familiares, la corrupción de la amistad… Los diversos personajes que recorren los numerosos capítulos cortos son pedazos prismáticos que van girando para describir las décadas de terrorismo en Euskadi, el efecto de la lucha armada en la cotidianeidad, un retablo privado situado como un Belén a la manera de Scott Fitzgerald, cuando aseguraba que emplazamos la guardia más fornida ante las puertas de la Nada, tal vez porque la condición del vacío es demasiado vergonzosa para ser divulgada. Hay una escena terrible que compendia las 642 páginas: cuando la víctima, ya acosada por los radicales, intenta continuar con sus costumbres, la ruta de cicloturismo dominguero junto a sus cofrades habituales, y de repente el silencio que ha marcado un círculo de tiza a su alrededor, el disimulo, el reproche mudo, la presunción de culpabilidad que termina por herrar su mejilla con un hierro ardiente. Nueve personajes que de una u otra forma, da igual a qué bando pertenezcan, pagan su libra de carne al dios caníbal del proceso armado.  Víctimas, victimarios, padres, hijos, amores, amistades, sueños… todo se lo lleva trampa, como se suele decir, cobrando especial densidad trágica la figura de las madres, ese matriarcado del norte, con sus raíces hundidas en atavismos tenaces que convierten una figura benévola en algo irreconocible. Patria es una novela que bien puede ser merecedora de un premio Nacional de literatura, porque muestra empatía, porque habla de la culpa y la responsabilidad, porque nos recuerda que la libertad, para mantener sus atributos, ha de mantener una dialéctica que anule ese siniestro silencio. 

Bruce Davidson

| domingo, 30 de octubre de 2016 | 9:39



Los consejos del diablo

| sábado, 22 de octubre de 2016 | 11:43

Decía Henry Kissinger -el diablo-, que la política no era tanto lograr la felicidad universal de la gente como encontrar las materias de interés común con el enemigo. El diablo, que lleva aquí desde que se encendió la primera estrella, algo tiene que saber. La política a golpe de tweet y frasecitas hechas no es capaz de leer la complejidad del mundo que nos toca gobernar, la cintura ha de ser mucho más elástica para obtener resultados. De hecho, los políticos no están cosechando más que la siembra de conceptos simplistas que han hecho durante todos estos años, y que a la hora de la verdad ahorman su capacidad de movimiento como una camisa de fuerza. Ellos se ahorcan solos. A la espera de que Errejón consume una nueva vía que morigere los excesos bolcheviques de su jefe -yo creí que Iglesias era más listo, la verdad-, el PP y el PSOE, con la alacridad de Ciudadanos, tendrían que devolver a las palabras su capacidad para hacer política real y efectiva, que no efectista. Descender al barro, donde las redes digitales no funcionan, y ponerse a recomponer el estado de bienestar y a rectificar la desigualdad social que nos abruma. Recuerden que los estudiantes hacen manifestaciones, pero los pobres hacen revoluciones. Por otro lado, continúa asombrándome la falta de redaños a la hora de que esas misma palabras no signifiquen lo que deben para enfrentarse al desafío secesionista. Conceptos como multa, inhabilitación o cárcel deberían de utilizarse con vigor ante los sucesivos chuleos a que nos tienen sometidos una camarilla de gente que actúan como infantes, forzando los límites una y otra vez sin que nadie se decida a quitarse el guante de seda. El PP debe pasar por una purga interna para cortar los miembros gangrenados a base de demasiados años de impunidad; el PSOE ha de aclararse las ideas y volver a proponer las alternativas socialdemócratas que hace mucho desestimó; Ciudadanos tiene que perfeccionar su vocación de engrasante entre los intersticios de la realidad, las componendas, las alianzas; Podemos -o lo que venga- ha de templar esa línea anarcoide pero necesaria, porque al igual que en su momento el surrealismo y el dadaísmo, no servirá para crear una sociedad estable pero alimentará con sus sueños a una sociedad capitalista y burguesa tendente al quietismo. Pero, ante todo, debemos continuar juntos, una España sólida y en formación de tortuga, a la romana, para enfrentarnos a los desafíos que se nos caerán encima de la forma más inesperada. La Historia debe continuar, y el diablo, querámoslo o no, seguirá a nuestro lado.  

Soles negros se va a Buenos Aires

| domingo, 9 de octubre de 2016 | 9:53


Gracias a la concesión del premio BAN a mi novela Soles negros, del 10 al 16 de octubre estaré en Buenos Aires, Argentina. Nos vamos para allá.

One shot

| martes, 4 de octubre de 2016 | 9:59

Daba mucha grima ver a Michael Cimino en sus últimos días, con ese aspecto de muñeco diabólico -o muñeca, ya que se había cambiado de sexo-, un poco en la línea mesiánica de Camilo Sesto. Un tipo excesivo y perfeccionista en su trabajo -que se lo digan a los actores de “La Puerta del Cielo“-, que finalmente se dejó desbordar por el daimon chiflado que todos los creadores llevamos dentro. Ya apuntaba formas al terminar el montaje de dicha peli, cuando los productores le rogaron que recortase las 5 horas y 25 minutos que duraba la primera versión, y él respondió: “Como mucho puedo quitar 15 minutos”.  En aquel tiempo, pasarse con la farlopa y el presupuesto era una cuestión de honor -léase el ensayo “Moteros tranquilos, toros salvajes“, de Peter Biskind-. Excentricidades apartes, este señor fue el autor de “Manhattan Sur“, cuando Mikey Rourke era todavía el übermenschen que todos queríamos ser, lío con Kim Basinger incluido. Una película visceral, sin concesiones, con Oliver Stone escribiendo el guión mano a mano con Cimino, y que probablemente sea la mejor actuación de Rourke en toda su santa y desmadrada vida. Pero yo de lo que quería hablar hoy es de “El cazador”, por eso el artículo se podría titular también “The Deer Hunter”. Porque estoy enamorado de ella, porque el cine ya no se hace así, y porque yo también hubiera querido salvar a Christopher Walken en la ruleta rusa final. “Yo te quiero“, le dice deNiro abrazándole desmoralizado, yo te quiero, y en esas pocas palabras condensa todo lo que hay de válido y bueno en la condición humana. Todo es un inmenso y conmovedor canto a la amistad, desde la primera parte de la película donde Cimino se permite una boda que consume minutos y más minutos, ampliando el tiempo y el espacio en un réquiem provinciano por los cuatro amigos, hasta la segunda en Vietnam, poderosa y terrible, lírica y atormentada. En la primera parte, dentro de la alegría y las risas se halla un corazón de melancolía, en la segunda, en medio de la tensión psíquica y la violencia se respira la compasión, el amor, la franqueza, los lazos instintivos, la amistad sin condiciones, viril, vedada e incomprensible para las mujeres. DeNiro está contenido, y resulta uno de los grandes papeles de su vida, Walken expresa como nunca el dolor de la tensión psíquica, del desfondamiento moral. Un disparo, dicen, solo un disparo, tanto para derribar a un ciervo como para acabar con un hombre. Un solo disparo.  

Sombras jungianas

| martes, 20 de septiembre de 2016 | 10:01

Posiblemente Freud sea más realista, pero Jung es mucho más literario. Y para un escritor como yo, resulta un verdadero placer leer cualquier ensayo del suizo. “Quizás nuestra representación no sea igual a la naturaleza de las cosas en sí”, con esta frase el defensor de los “arquetipos universales” introduce una bomba de relojería en la mentalidad occidental y aguarda tranquilamente mientras escucha el tic-tac a que el europeo medio salte por los aires. El inconsciente que juega con la conciencia, que la modifica; el inconsciente como disposición psíquica colectiva; las conexiones de su método analítico con las milenarias técnicas del budismo y el yoga… todo esto nos cuenta en sus “Escritos sobre la espiritualidad y trascendencia” editado por Trotta. Sus frases que resuenan en mi mente educada en la “razón práctica” con el mismo exotismo que si soltasen un tucán en medio de un edificio palladiano: “La única solución del mundo es irracional”, “los símbolos son los signos visibles de una realidad invisible”, “la razón es a la postre solo una más entre las posibles funciones espirituales”, “todo lo que existe terminará algún día por convertirse en su contrario”. Carl Gustav Jung escribe bien, con un estilo muy sugerente, repleto de alegorías, y compartas o no sus puntos de vista siempre resulta sustancioso, sobre todo cuando afirma que estamos repletos de sombras, demonios que se retuercen en nuestro interior, impulsos primitivos, indomesticables, que hemos de aprender a asimilar. Porque nosotros, como la vida, somos paradójicos, contradictorios, y afirma empero que lo unívoco es síntoma de debilidad. Cuando nos recuerda a Tertuliano: “Y muerto está el hijo de Dios, lo cual es realmente creíble, porque es absurdo. Y sepultado, resucitó; lo cual es seguro, porque es imposible”, no es más que para hacer comparativas con las paradojas de las doctrinas orientales: “El entendimiento que no entiende, eso es Buda. No hay otro”.  Crea usted en el dogma católico -o no-, en el budismo -o no-, en el Tao -o no-, en las doctrinas tibetanas, en el yoga, en el zen, en el Satori, en el Valhalla, en las huríes, en el Santo Bebedor… -o no-, este libro anima siempre a una cosa que yo considero importante: abandonar -de vez en cuando o definitivamente- la antigua forma de ver las cosas para que el mundo adquiera un nuevo sentido. 

Los Bocattos di cardinale de 2016

| domingo, 11 de septiembre de 2016 | 15:46


Lo que más me ha llamado la atención de lo que va de año son estos tres planazos. February, una peli de terror en la que terminas sintiendo el stoniano "Simpathy for the devil". Comienza como la típica cinta de posesiones, y termina llenando tu cabeza de imágenes y reflexiones que te llevará un mes quitarte de encima. Sin hablar de cómo está contada, una virguería de planos y fracturas temporales. 


Múltiples puntos de vista para contar los seis días que Los Ángeles estuvo en guerra en 1992, a causa de los disturbios por Rodney King. La estadística de las balas que se dispararon ya mete miedo.




Stromae. Un francés que mezcla su talento para hacer canciones con el cabaré. Va a ser uno de los grandes. 

Materia prima

| domingo, 4 de septiembre de 2016 | 16:30

Por supuesto, el día 25 de diciembre de 2016 yo no voy a ir a votar. La primera vez fui porque tocaba, la segunda, porque vale, era una situación nueva, y puede colar. La tercera, categóricamente no, porque es una tomadura de pelo a mí, como ciudadano -porque yo soy un ciudadano, no “el Pueblo” como se empeñan algunos en llamarme-. A los partidos políticos se les ha especificado en dos ocasiones lo que el ciudadano desea, es decir, una profundización en el concepto de democracia, o sea, negociación. En una negociación nadie queda contento -esa es su esencia- porque todos deben ceder, y ahí está la madre del cordero: el viejo “tesis, antítesis: síntesis”. ¿El mal menor?, quizás, pero lo que resulta cierto es que si le tocase repetir a un partido salpicado por la corrupción, como es el PP, también lo es que Ciudadanos ha puesto de su parte para comenzar a cambiar cosas. Una vez que la izquierda se ha mostrado incapaz de aportar nuevas líneas de componendas, el PSOE debería situarse en la línea de Ciudadanos y ofrecer su anuencia a cambio de contrapartidas razonables, hay una legión aguardando por una apuesta de sentido común: reforma de la ley electoral, educación, Seguridad Social, I+D, cultura… Nos hallamos en un momento en que si las diferentes fuerzas no son capaces de apelar al consenso, España va camino de convertirse en un lazareto sin futuro, y más teniendo en cuenta el bajísimo porcentaje de natalidad. En caso de que no se produzca un arrebato de cordura, ya les digo, un servidor se va de vacaciones sin un atisbo de arrepentimiento por no depositar la papeleta -que he introducido religiosamente casi siempre-, y con la esperanza de que el abstencionismo se sitúe en el 50%, a ver si por una vez toman en serio al ciudadano. Hubiera o no abstención, lo que sí considero es que los principales actores de los partidos políticos deberían plantearse dar un paso atrás y dejar avanzar a nuevos figurantes, porque a mí, como ciudadano, ya no me interesa tanto la ideología como que me resuelvan los problemas. Porque en cualquier oficio, si no trabajas, te echan. Porque ahora, a los restaurantes, voy a pagar por buena materia prima, no por ver la decoración. 

JELO EN VERANO, la radio en agosto

| jueves, 28 de julio de 2016 | 11:20



Este blog se tomará un descanso por vacaciones, pero no olviden que un servidor continuará hablando de cultura todos los miércoles de agosto a las 19.00 en la versión extendida de Afinando los sentidos, dentro de JELO EN VERANO, Onda Cero, con Arturo Téllez. Una hora de cultura y entrenimiento a nivel nacional. Aquí les dejo el primer programa del 27 de julio. 

Afinando los Sentidos-JELO EN VERANO


Que tengan un espléndido descanso. 

Soles negros recibe el premio BAN 2016

| domingo, 17 de julio de 2016 | 17:37


Soles negros recibe en la Semana Negra de Gijón el premio Buenos Aires Negro 2016. Arturo Andrade se va para Argentina. Muy agradecido. 

Un año más en la Semana Negra de Gijón 2016

| miércoles, 6 de julio de 2016 | 12:58


Un año más regresamos a la Semana Negra de Gijón 2016. Presentaré mi novela, presentaré novelas de colegas, escribiré un artículo diario en El Comercio de Gijón sobre el devenir del evento, algún reportaje largo, y me tomaré una cerveza en el espolón, a media tarde, viendo el atardecer sobre el Cantábrico. Sigo vivo y sano. Sigo escribiendo. Poco más se puede pedir.   

Filosofía del chonismo

| viernes, 1 de julio de 2016 | 9:59

El “chonismo” tiene un sistema filosófico tan compacto como Hegel, y al igual que él, también podría darnos sus propias lecciones. Cuando me encuentro con alguna de sus representantes, me aplico con entusiasmo a la tarea de la exégesis. Estas chicas tienden a sentarse enseñando las bragas, y a la hora de vestirse no respetan demasiado una de las sagradas reglas de la moda: si enseñas pechuga, no enseñes pierna, y viceversa. Por los conjuntos en general, intentan reproducir la estética pija, pero ya sea por falta de recursos o ausencia de gusto, lo único que logran es una copia defectuosa, cuando no directamente hortera. Aunque la constante es el “entubamiento”, o sea, cuanto más apretado, mejor, además de una propensión a pintarse más que un músico de glam-rock. En esta tribu parece de vital de importancia la tecnología, en especial las redes sociales, ya que uno de sus tics más señalados en reunirse alrededor de cualquier móvil cada cierto intervalo de tiempo, poner morritos o actitudes provocadoras, y retratarse para la eternidad de internet. No tengo pruebas fehacientes de que siempre coloquen un “la” delante de cada nombre propio, pero existe predisposición. Ciertos programas de televisión retroalimentan esta filosofía, y una de sus sacrosantas máximas es la “autenticidad”, es decir, la ausencia casi absoluta de esa delicada herramienta que es la hipocresía, sin la cual la educación, ergo la convivencia, no sería posible. Esa “naturalidad” se subraya con gritos, expresiones contundentes, frases hechas, y cierta mitología basada en que sin estudios también se puede triunfar -véase “la Belén” Esteban-. De hecho, en ocasiones encuentro ejemplares raros, chonis que no visten como chonis ni se mueven como chonis, pero que en cuanto abren la boca se confirman como chonis. Me comentan que el rabillo del ojo es choni, el fucsia es choni, los aros grandes son chonis, enseñar el tanga es choni, el estampado leopardo es choni… pero también me dicen que no son más que estereotipos, depende de quién y cómo se lleve. Si, como afirmaba Hegel, “debemos ocuparnos de los pueblos que saben lo que son y lo que quieren”, esta es mi humilde aportación a la historia. Al parecer la versión masculina se denomina “Cani”. A lo mejor escribo otro artículo.

Fordiana

| jueves, 23 de junio de 2016 | 11:45

La última novela de Richard Ford, Canadá, no me interesó nada, aunque valoro el esfuerzo y la sensibilidad por intentar algo diferente de lo que le ha proporcionado gloria. James Salter también lo intentó en “Todo lo que hay” y tampoco le salió, pero eso, al final, es irrelevante. Lo importante es que Ford -aunque vaya a sufrir el síndrome Conan Doyle, es decir, da igual lo que hayas escrito, que siempre te recordarán por ser el creador de Holmes- es el maestro de guiñol que ha creado una voz única: Frank Bascombe. Ese personaje que se ocupa de lo pequeño, de lo cotidiano, de las personas invisibles, y que partiendo de lo vernacular logra un impacto tan global como el pepinazo atómico en el atolón Bikini. Frank, al igual que Artaud, parece decirnos “Soy un hombre que ha sufrido mucho y por lo tanto tengo derecho a hablar“. Y habla, vaya que sí, una logorrea interminable que también se apoya en otro pilar, Montaigne y su “No he visto nunca tan gran monstruo o milagro que yo mismo“. Sobre estas dos bases, Ford aplica una tercera, esta asturiana, “tira que libras”, y recorre en tres novelas magistrales, El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias, el mosaico teselado de la sociedad americana. Su receta es sencilla: mirar y escribir, mirar y escribir. Y escribir, y escribir. Y mirar. Las turbulencias sociales y emocionales de sus conciudadanos son destiladas por la voz de Frank Bascombe, un tipo empático y pasional que expresa en voz alta todas esas cosas que la gente piensa pero se guarda de decir. Como el mismo Ford comenta: “Frank me sirve para hablar de las cosas importantes de la vida“.  ¿Y qué es lo importante de la vida?, pues algunos botones de muestra: sobre la Felicidad “Como sucede a menudo cuando se habla del pasado, uno nunca ha sido tan completamente feliz como le gusta creer que lo era“; sobre la Envidia “Nada incita más al desprecio que alguien que hace algo distinto de lo tuyo, no lo hace mal, y encima no se queja”; sobre las Emociones “Cuando vives plenamente tus emociones, cuando son lo bastante simples y atractivas como para disfrutarlas y se acorta la distancia entre lo que sientes y lo que también podrías sentir, entonces puedes confiar en tus instintos”; sobre la Traición “No hay traición como la traición de la voz, cuando dices algo que no suena como si fuera tuyo, que no forma parte de ti”; sobre la Muerte “Todos merecemos piedad humana, todos merecemos que nos lloren. Y quizás todavía más cuando nos salimos de los límites normales y no logramos volver atrás”. James Ellroy, ese gran ogro de la autopromoción, respondía con una sus brillantes frases hechas que él no estaba preocupado por la Gran Novela Americana, porque ya había escrito unas cuantas. Yo no tengo claro que Ellroy haya logrado sacar la espada artúrica de la piedra, pero estoy seguro de que Ford la ha liberado al menos en una ocasión. Otrosí: a causa de tener enfrente la grandiosidad de los paisajes americanos, “donde los cielos son más altos“, como se dice allá, no pierdan de vista los pequeños santuarios, que no por menor tamaño despliegan menos belleza. Los libros de cuentos Rock Springs, y especialmente De mujeres con hombres; dicen que se parece mucho Carver, pero yo creo que poseen una mayor compasión hacia sus personajes, en ese sentido le veo más relación con Joyce Carol Oates, aunque no dejan de ser impresiones personalísimas. Lo cierto es que carece de maniqueísmo, acerca la cámara a corta distancia, casi se pega a los protagonistas, podemos oír su respiración, sentir su desamparo, y gracias a una poética personal logra rescatar el lado simbólico de los gestos más domésticos. En estos tiempos de incertidumbre, Richard Ford es una inversión segura. 

Il sorpasso

| jueves, 16 de junio de 2016 | 8:58


Te digo yo cuál es la edad más bella. Es aquella que uno tiene. Día a día.
                                     Il sorpasso. Dino Rissi. 1962

Lecciones de la antigüedad

| jueves, 9 de junio de 2016 | 12:49

Las ciudades son orgánicas, nacen, crecen, se reproducen y en ocasiones mueren como seres vivos, y en este ensayo de Marcel Pöete publicado por KRK, “Introducción al urbanismo“, se repasa esta evolución desde Babilonia y Grecia hasta conformar el árbol genealógico de las urbes que habitamos. Fue escrito hace un siglo, pero mantiene una frescura que no le quita un ápice de rigor. Multitud de disciplinas, economía, arquitectura, geografía, historia… se entrecruzan para formar un retrato preciso de la ciencia citadina. Por sus páginas se suceden la “Arquitectura” de Vitrubio, fragmentos de la Iliada, comedias de Aristófanes, la silueta del París del año 1200; las capas infinitas de Troya, la Constantinopla capital de tres imperios, el magnífico pasado de Venecia, la decadencia de Brujas, el empuje de Amberes en una época en que Londres era prácticamente un villorio. El autor habla de “las lágrimas de las cosas“, casi en un antecedente del famoso reproche que le hace un Replicante al Tiempo con su “lágrimas en la lluvia”. En otros momentos parece que estamos en un cuento de Italo Calvino o Giorgio Manganelli al clasificar la tipología de las ciudades ya sean para tomar las aguas, nidos de águila feudales, ciudades democráticas helenísticas, urbes en cruces de ríos o vados, fronteras entre tierra fértil y desiertos, santuarios religiosos, acrópolis fortificadas… Resulta interesante el proceso mediante el cual las almendras duras de las ciudades van poco a poco extendiéndose a través de los suburbios que se acumulan alrededor, y que a su vez se transforman en almendra. Esa dialéctica que se produce entre las endogamia de las murallas y la corriente exterior que vivifica las urbes. Trazados regulares o etruscos como los de Nueva York, ondulantes y flexibles como ciertas partes de París, curvados mientras se resiguen las antiguas murallas. Una de las lecciones más eminentes de este libro ya la adelanta Tucídides cuando venían a refugiarse a Atenas exiliados de diferentes procedencias: “Nuestra ciudad está abierta a todos: ninguna ley echa de ella a los extranjeros”. Y es que sin la aportación del foráneo, toda ciudad -ergo todo país- está condenada al declive. 

Un restaurante donde el producto es lo primero

| lunes, 6 de junio de 2016 | 16:05


Uno de los descubrimientos del mes: el restaurante García de la Navarra, Montalbán 3, Madrid. Una atención exquisita, una obsesión por el producto como pocas veces he visto -preparación respetuosa del mismo-, cantidades abundantes, precios sensatos. La lista de vinos parece el listín telefónico del DF, los tomates, maravillosos, las alcachofas, de antología... La carne, el pescado... -casi me traen la foto del pargo y la lubina que nos ventilamos-. Hay emoción, honestidad y, sobre todo, pasión. Disfruten de la vida. 

Firmas en la Feria del Libro de Madrid

| viernes, 3 de junio de 2016 | 12:53


Soles negros, Alfaguara 2016:


-Sábado 4: Estudio en Escarlata, caseta 89, 19-21 h.

-Domingo 5: Sin Tarima Libros, caseta 59, 19-21 h.

http://www.ferialibromadrid.com/

Encuentro en Chile. Futuro en español

| lunes, 23 de mayo de 2016 | 9:18


El 25 de mayo estaré en Santiago de Chile para las jornadas de cultura en español organizadas por Futuro en Español. En la mesa debatiremos La literatura como base de la identidad latinoamericana, con Carlos Franz, Juan Francisco Ferré, Antonio Skármeta, María Teresa Cárdenas. 



Otras presentaciones de Soles negros:

Feria del Libro de Tenerife: 30 de mayo.

Feria del Libro de Zaragoza: 1 de junio.

Feria del Libro de Huesca: 2 de junio.

El Crack

| jueves, 19 de mayo de 2016 | 9:05

Si continúan teniendo en la cabeza la imagen de Alfredo Landa haciendo el chorras y persiguiendo suecas, tienen que ver las películas El Crack I y II de José Luis Garci. Es cine, es negro, y es español. Germán Areta, alias El Pulga, antiguo poli y ahora “private eye“, el personaje que clava Alfredo Landa, es capaz de echarle un litro de gasolina por encima a Harry El Sucio y poner una cerilla a bailar. La España de finales de los 70 y comienzos de los 80, todo caspa y pantalón elefante, tiene a su particular héroe que recorre Madrid como si fuese Nueva York o San Francisco, y sin ningún tipo de complejos dice que para qué se traen a Madrid templos egipcios -Debod- si ya tenemos aquí al lado La Almudena. Este hijo de puta sentimental, rodeado de secundarios memorables -el barbero que se inventa un pasado en Brooklyn, José Bódalo haciendo de El Abuelo…-, tiene frases contundentes, de esas que se cuelgan en Twitter: “Ya sé que tengo cara de idiota, pero me jode la gente que se fía de las apariencias”, “Hace mucho tiempo que está lloviendo mierda, y si quiere que le diga la verdad, yo ya noto ni el olor”. Madrid es un personaje más de las películas, sus calles de noche, sus parques, sus edificios, la omnipresente Gran Vía, y nos dice que aunque nuestra mente está en Nueva York, Penn Station, el Empire o el Madison Square -la tremenda venganza final sucede en NYC-, no debemos estar acomplejados. Al tiempo, José Luis Garci nos cuenta la transición y las claves de esa “nueva España“, con especial relevancia en El Crack II, mediante una actuación espléndida de Arturo Fernández -sí, el de chatina- haciendo de Don Gregorio, un alto empresario que intenta comprar a Arteta, y que le da un speech prefigurando un futuro que se llenará de Marios Conde, y de una superestructura empresarial que dará las órdenes a los políticos y en la que ya no habrá capos di tutti capi, sino redes de poder que se retroalimentarán y renovarán como serpientes de Gorgona. Inevitablemente, en la película también hay fallos y alguna actuación cursi e irrelevante, pero lo importante es el desparpajo que se respira en su rodaje. Miramos a los padres norteamericanos con fervor y respeto, pero les dejamos claro que, como se pongan farrucos, también ellos pueden “alegrarnos el día”

Las virguerías de Miguel Navia

| lunes, 16 de mayo de 2016 | 17:14


Miguel Navia sigue ilustrando cada domingo "Los días sin ayer", mi novela por entregas en El País Semanal. Ya llevamos siete capítulos, pero en cada ocasión se supera. En esta ocasión clava lo que yo tenía en la cabeza, el club Lorelei de Berlín en 1946, su decadencia, su morbosidad... No se lo pierdan, Miguel es bueno, muy bueno. 

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/lorelei/?Id_externo_rsoc=TW_CM


Próximas presentaciones de Soles negros

| domingo, 8 de mayo de 2016 | 18:17


Próximas presentaciones Soles negros:


-LibroOviedo: 11 de mayo.


-Castellón Negro: 13 de mayo.


-Valencia Negra: 14 de mayo. 




El Apocalipsis según Caracas

| martes, 3 de mayo de 2016 | 7:24

Imagínense un lugar: una ciudad bajo la admonición de un cerro llamado Ávila que irradia un esplendor esmeralda. Donde pagar un menú te obliga a contar medio kilo de billetes debido a la inflación. Donde la mayoría es buena gente, pacífica, que desea volver a ser cosmopolita -los "pollos" que ustedes ven por televisión son protagonizados por los radicales o los que no tienen que comer-. Donde es difícil comprar agua embotellada y casi imposible un desodorante. Donde la literatura ocupa un lugar capital, y produce autores como Eugenia de la Torre, Salvador Garmendia, Sergio Dahbar, Juan Carlos Chirinos, José Balza, Juan Carlos Méndez Guedes, Silda Cordiolani. Donde hay un poeta que se llama Rafael Cadenas que escribe cosas como “que cada palabra lleve lo que dice, que sea como el temblor que la sostiene”. Donde alguien les dijo hace ya diecisiete años que todos eran iguales, que no trabajasen, que el estado se haría cargo de todo -y cuando se desplomó el precio del petróleo, todos dejaron de ser tan iguales-. Donde los zumos se convierten en un vicio, y se pueden comer los atómicos tequeños, recomendados como gasolina para subir al Himalaya. Donde la medida estrella del gobierno para ahorrar energía es concederles a los funcionarios dos días más de vacaciones por semana, y los maestros no pueden dar clase los viernes. Donde las operaciones de aumento de pecho entre las mujeres parece ser una religión. Donde el español adopta formas barrocas, homranear, pana, emparrillado, chamo, arrecho, malandro… Donde de casi todo el mundo parece tener un ancestro asturiano. Donde prevalece la paranoia debido a la violencia y los robos, y a veces parecen vivir en una posguerra sin guerra previa. Donde desde las bibliotecas y la universidad se organiza la resistencia, un maquis cultural que vuelve a recuperar espacios públicos y se niega a claudicar ante las presiones políticas. Donde en el aeropuerto lo primero que ves es un cartel con un numero de teléfono que empuja a denunciar al vecino. Donde la mayoría de personas está harta, hartísima, y desean con toda la fuerza de la desesperación que haya un cambio. No se equivoquen: con este artículo no hago otra cosa que animarles a visitar Venezuela. Ellos y nosotros nos lo merecemos. Yo ya quiero regresar.

2ª EDICIÓN Soles negros/Presentación Venezuela

| jueves, 21 de abril de 2016 | 14:40


Ya está en imprenta la segunda edición de Soles negros. 

Próximas presentaciones: 

Venezuela: Presentación y talleres en el Festival de lectura El Chacao 24-28 de abril.

Los ojos sin rostro

| miércoles, 13 de abril de 2016 | 9:34

Convertir el miedo en arte. Como diría De Gaulle: gran empresa. El tema de la película “Los ojos sin rostro” es muy trillado, chica que sufre un accidente que desfigura su rostro y su padre, un cirujano que cumple el papel de “científico loco”, se dedica a oscuras y cruentas prácticas de cirugía sobre mujeres a las que secuestra para intentar solucionar la papeleta de su hija. Lo que a priori no pasaría de serie B con pretensiones, en manos del director George Franju se convierte en una fábula estremecedora por el dolor que destila y su belleza estética. La película que fusiló Almodóvar para su “La piel que habito“, o que influyó fehacientemente en el Halloween imaginado por John Carpenter, se mueve como una anomalía entre las películas de terror de los cincuenta, por otro lado, bastante pedestres. Es una historia que da mucho miedo precisamente porque no vemos ni monstruos ni sangre, sino el sufrimiento de una criatura que vaga por una casa con el rostro cubierto por una máscara y que mediante sus manos insufla un toque onírico gracias a sus movimientos expresionistas, acentuado por la música de Maurice Jarre. Bajo una careta inexpresiva, impenetrable, muy perturbadora, podemos intuir toda la pérdida, consternación y desconsuelo de esa muchacha que provoca tanto rechazo como compasión. No es exactamente terror gótico, no hay personajes delirantes o hiperbólicos, sino actuaciones contenidas, personajes como el doctor o su secretaria, víctimas y victimarios de una situación irresoluble, los movimientos de teatro kabuki de la hija que vaga por los pasillos casi flotando -nunca le vemos los pies-, los monstruos que la Ilustración -es decir, la ciencia- es capaz de producir por la absoluta confianza, casi diríamos fe, en la consecución de unos resultados médicos que se antojan imposibles. Magníficos contrapicados, árboles que intimidan entre la niebla, ausencia de artificio o moralinas, planos exquisitos, atmósferas claustrofóbicas, imaginería simbólica… un poema fúnebre en blanco y negro que avanza con la misma seguridad que el escalpelo que arranca la piel del rostro de las desgraciadas víctimas para intentar restaurar la belleza de Christine. Es hermoso. Es demoledor. Es cine.

Arturo Andrade en El País Semanal

| domingo, 3 de abril de 2016 | 12:22

ARTURO ANDRADE en El PAÍS SEMANAL. Todos los domingos, un capítulo de la novela "Los días sin ayer". Hoy domingo "La espera". Con las ilustraciones de Miguel Navia.

¿Qué le sucedió a Arturo Andrade entre Los demonios de Berlín 1945 y Soles negros 1947?. Lo contamos en El País Semanal: Berlín, 1946...



Soles negros en La Coruña

| lunes, 28 de marzo de 2016 | 12:07


Y continuamos en la carretera. Este jueves 31 de marzo a las 20.00 en el Auditorio de La Coruña, Centro Ágora, hablamos de Soles negros. Hará los honores Pedro Ramos dentro de su ciclo Libros en directo.

El arte de la polarización

| viernes, 25 de marzo de 2016 | 11:49

Los virus populistas se relamen de gusto, les ha tocado una época cálida, con excelentes condiciones para la supervivencia y la multiplicación. La crisis les acunó, pero no contaban con la maravilla de los refugiados. Era la excusa perfecta para ahondar en el miedo y el caos, y afinar el arte de la polarización: Alemania tiembla en Sajonia, el Frente Nacional se engallita, los holandeses se miran en el espejo francés, los húngaros levantan una verja, en Noruega y Suecia florece el neonazismo, incluso Dinamarca se resiente. En un libro titulado “Continente Salvaje“ el historiador Keith Lowe cuenta la historia de Europa en los años inmediatos a la derrota del Reich. Como bien saben los militares, los mayores abusos no se producen durante la batalla, sino cuando esta termina. El nazismo es una contaminación de largo aliento, y tras años de limpiezas étnicas siguió intoxicando las conductas de los países con la persistencia del material radioactivo. Entre las ruinas humeantes de Europa se produjo el desplazamiento de millones de personas; el fetiche de la limpieza y la purificación, de las etiquetas y las razas distorsionó las conductas:  los eslovacos expulsaron a la minoría húngara, los rumanos echaron a los húngaros, los griegos botaron a los albaneses, los yugoslavos a los italianos, los rusos obligaron a los finlandeses a abandonar Karelia, los búlgaros obligaron a miles de turcos y gitanos a cruzar su frontera… y a la postre, los alemanes fueron desterrados de todos lados. Es tan fácil -piensa el virus populista- utilizar a esos chivos expiatorios para desviar la atención de los verdaderos problemas de una sociedad. El resultado fue que en una Europa que había sido multicultural, en el lapso de uno o dos años se logró lo que no habían conseguido las mismísimas SS: limpiar los viejos crisoles imperiales y conseguir estados-nación monoculturales, con un origen étnico más o menos homogéneo. Me puedo imaginar a los nazis descojonándose en sus retiros de oro. Mientras miles de desplazados cruzan cenagales y ríos, todos los europeos nos movemos con ellos por un terreno lleno de trampas morales e históricas que haríamos bien en repasar, a fin de que gentuza como Anders Breivik -¿le recuerdan?- no se tomen una copita a nuestra salud.   

Fogueo

| viernes, 18 de marzo de 2016 | 17:19


Hay una escena en la serie danesa Borgen en la cual la presidenta tiene que pactar con su antítesis, un demonio de la ultraderecha que no refleja la luz, al igual que el pigmento Vantablack, la sustancia más oscura conocida hasta la fecha. El demonio es malo pero sobresaliente, y le suelta un speech sobre la necesidad de su existencia para que ella tenga sentido como política de centro. Claro que hablamos de ficción, y de políticos brillantes, cosa aparentemente irresoluble en la realidad. Los nuestros se tuitean, se guasapean, se morrean, y a saber cuántas cosas más se harán sin que nosotros sepamos. De todo menos lo que el mandato de los ciudadanos les ha sugerido: pactar un gobierno. ¿Conocen ustedes a mucha gente que vaya a cambiar su voto en unas hipotéticas nuevas elecciones? Bien, ya me han respondido. Entonces qué están haciendo en este juego de tuya y mía cuya mayor preocupación parece ser la chorrada de cambiarle el nombre al congreso de los diputados/as/es. La cerrazón de unos y la fragmentación del voto no va a ayudar a salir de este “empate mexicano”, como se dice en el cine. PP y PSOE parecen no darse cuenta de que turnarse en el poder se ha acabado, y que la estabilidad no solo se consigue a base de mayorías absolutas. Es hora de dejar de dar coces, sobremanera cuando hay unos cuantos bolcheviques agazapados en determinados escaños a la espera de poder aplicar las lecciones aprendidas en la Historia de la Revolución Rusa -que recomiendo vivamente-. Sánchez y Rivera juegan a intercambiarse dinero del Monopoly, Rajoy se encastilla en que si se gana las elecciones hay que seguir mandando -dónde está escrito-, Iglesias aplica de manera pedestre el famoso “Audacia, audacia y más audacia” que dicen de Lenin pero es de Danton. “Y qué hay de lo mío”, resuena en los congreso de los diputados/as/es mientras se espera el minuto telegénico para que los cansados ciudadanos podamos ver quién se desgañita más. Y mientras dispara con balas de fogueo, los independentistas se pasan la ley por el forro y piden más pasta -paradoja irreconducible-, el fraude andaluz flota como una irisada mancha de aceite, antiguos terroristas quieren alfombrarse de flores como el valle de la Muerte, la reforma educativa ni está ni se la espera… En serio, cada vez tengo menos paciencia…

El acero y la seda

| domingo, 13 de marzo de 2016 | 10:27

Si a ustedes les gusta la complejidad y la precisión argumental de un Kurosawa, los tatuajes que aparecen en los cuentos de Junichiro Tanizaki o el brillo de la catana que maneja con virtuosismo Takeshi Kitano en “Zatoichi“, les gustarán estos cuatro cuentos de José Abad recogidos en “El Acero y la seda“. Haciendo uso del proverbial laconismo nipón, este escritor enmarca las historias en ese Japón lleno de samurais siempre dispuestos a matar o sacrificarse por el honor cual Mishimas desatados. En su visión del mundo, la diferencia entre la palabra y la acción resulta inexistente, por lo que una coma mal puesta puede resultar tan letal como un filo. Llama la atención la exactitud de las frases, que parecen seguir su propio código bushido: en “Holocausto” se dirime una cuestión de honor, que acaba por sellarse en rojo sanguíneo; en “Kagemusha” -mi preferido- tenemos una persecución magnífica, una caza del hombre que podría transcurrir en un western de Nuevo México y que termina pasando del plano físico a uno casi onírico, con Doppelgänger por medio; en “El vuelo incierto de la libélula, el vuelo inquieto del gorrión” el elemento lírico estalla como los cerezos durante el Hanami, y el amor, la resignación, el sentido de posesión, la magia y el eterno retorno se alían en un torbellino que me recuerda al tema de la Tetralogía del Mar de la Fertilidad. Por último “Un cerezo en flor y un charco en sangre“, quizás el que menos me llama, no deja de ser un apreciable ejercicio zen en el que podemos meternos en la cabeza de un duelista a espada. El libro viene ilustrado por la mano de José Ruanco, y con un sabroso prólogo de Ángel Olgoso. Por todo esto les recomiendo vivamente “El acero y la seda” y les recuerdo la frase del gran Yukio Mishima: “Tenía pendiente, algún día, conseguir algo, destruir algo. Fue ahí donde intervino el acero”. 

Presentación de Soles negros en Logroño

| sábado, 5 de marzo de 2016 | 21:17

Seguimos con el tour Soles negros. El próximo miércoles 9 de marzo a las 19.30 h. presentamos en la librería Santos Ochoa de Logroño. Serán bienvenidos.

Presentación de Soles negros en Tenerife

| domingo, 28 de febrero de 2016 | 15:24


Presentación en Tenerife de mi novela Soles negros, Alfaguara 2016. Será este jueves 3 de marzo, a las 19.00, en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés dentro del festival Tenerife Noir.

Presentaciones de Soles negros en Asturias

| martes, 23 de febrero de 2016 | 11:24


Presentación en Gijón: 24 febrero, 19.00. Ateneo Jovellanos. 

Presentación en Oviedo: 25 febrero, 19.00. Librería Cervantes.

Presentación Soles negros en Madrid

| miércoles, 17 de febrero de 2016 | 19:10


Soles negros, mi nueva novela, Alfaguara 2016

| lunes, 8 de febrero de 2016 | 18:57


Tras su paso por Leningrado y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, Arturo Andrade regresa a España en 1947. Encuadrado de nuevo en el servicio secreto, y en un país desolado, su primer destino es Pueblo Adentro, Cáceres, donde junto con su camarada Manolete se enfrentará a su primer caso: una niña asesinada y enterrada en los campos extremeños con síntomas de una violencia inusitada. 

Se calcula que aproximadamente treinta mil niños desaparecieron en la posguerra vía Auxilio Social, y en esta novela quería que Arturo Andrade comenzase a tirar de ese hilo para explicar los perversos mecanismos que se utilizaron para que semejante desatino sucediese de una manera institucionalizada y legal.

Al tiempo quería hablar de los últimos coletazos del maquis, y de una España aislada que hace equilibrios en el complejo panorama internacional. A través de una serie de personajes describo las corruptelas, complicidades, especulación y estraperlo en que se basaba el régimen, pero también el comienzo de la recuperación de un país, el fin del racionamiento y la restricción eléctrica, la venta libre de penicilina, etc... 

Soles negros es la cuarta novela de la serie y transcurre entre Extremadura, Madrid y Asturias. 

Asimismo, Alfaguara reedita las tres novelas anteriores, El arte de matar dragones, El tiempo de los emperadores extraños y Los demonios de Berlín. 




Encontrarás gente como tú

| miércoles, 3 de febrero de 2016 | 16:45

En la vida es bueno saber tus límites. Ya lo decía Gep Gambardella en una escena memorable de La Gran Belleza: “El descubrimiento más notable que hice a los pocos días de cumplir los 65 años, es que ya no puedo perder el tiempo en cosas que no me apetece hacer“. Yo no tengo tantos, pero los suficientes para haber hecho otro peculiar descubrimiento: que, definitivamente, no se puede tener todo, es prioritario saber elegir. Y lo es porque la felicidad se basa en los límites, la misma definición de vida se sustenta en las fronteras físicas de la materia, lo que es infinito no está vivo. Una vez que descubres que no puedes tenerlo todo, ni estar en todos los sitios, ni caerle bien a todo el mundo, oye, chico, menudo relax. Empezar a decir “no” a un montón de cosas sin cargo de conciencia resulta un alivio, y no tener que estar experimentando continuamente porque ya sabes lo que te va, es un bálsamo. La clave de todo es saber ir abandonando las mesas de juego a medida que nos producen más inconvenientes que placer, a pesar de que la inercia nos incita a continuar. ¿Que no le gusta el jazz o el flamenco? No es el fin del mundo, a mí tampoco. ¿Que el teatro se la trae al pairo y prefiere el cine? Pues lo mismo, sin complejos, lo que le sea más cómodo. Al final encontrarás gente como tú, me decía una amiga en una época en que estaba un poco desesperado por no sentirme en el contexto adecuado. Y, efectivamente, sucedió, estoy donde quiero estar, rodeado de la gente que me conviene, pero eso pasó por un proceso previo y doloroso de renuncias, elecciones y cagadas varias. Es lo que comúnmente se llama “madurar”. No nos rompamos la cabeza, nadie nos va a explicar el sentido del mundo porque, como también decían en la película: “Las cosas son demasiado complicadas para que un solo individuo las entienda“. Y al final, está la vida, bajo todo ese ruido que intenta que la perdamos de vista, el sentimiento, el miedo, la emoción, los destellos inconstantes de esa belleza que debemos estar atentos para poder captarlos, y normalmente no hay que mirar demasiado lejos, la gracia es que la mayoría de ellos ocurren a nuestro lado, solo hay que prestar un poco de atención, solo un poco. 

Buckethead: Kabuki y rock progresivo

| martes, 26 de enero de 2016 | 9:51


                                                   Outstanding!!

En este abismo cabemos todos

| jueves, 21 de enero de 2016 | 10:03

¿Conocen las estadísticas de las obras literarias que se han perdido a lo largo de la historia? Sobre lo conservado de fragmentos de obras, se puede establecer una relación entre lo que conocemos y lo que se ha perdido de uno a cuarenta. La relación se vuelve mucho más desfavorable si se incluyen en el cálculo obras desaparecidas de las que no ha quedado ninguna huella. Me recorre un escalofrío. De los primeros quinientos años de la historiografía griega solo se han conservado completos Heródoto, Tucídides y Jenofonte y un tercio de Polibio. A esto le podemos añadir las traducciones malas, o traducciones sobre traducciones, o traducciones “creativas“ o conjeturales que añaden más deslices sobre interpretaciones ya erróneas.  También podemos sumar la confusión en la organización de los rollos, las copias desordenadas de los textos, las mutilaciones de varia condición, la reagrupación fallida en códices… Edward Gibbon en su famosa “Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano” nos da una explicación convincente “…destrozos debido al correr de los siglos, los defectos de la ignorancia y la calamidad de la guerra“. Y luego nos intenta consolar alegando que no nos preocupemos, que los autores que han quedado sometieron a análisis y estudio a todos los dramaturgos, oradores y filósofos que les precedieron, y que en cierta manera poseemos todo lo que se ha perdido a través de ellos, “no tenemos motivo para creer razonablemente que alguna verdad importante, o algún útil descubrimiento en el arte o en la naturaleza hayan sido sustraídos a nuestra curiosidad“. Pero magro consuelo es ese, pues su optimismo da por hecho que todo lo perdido se puede infravalorar. De la magnitud del desastre da buena cuenta el filólogo italiano Luciano Canfora en su ensayo “El copista como autor”. En este libro podemos atisbar la cadena ininterrumpida de destrucciones y reconstrucciones que se interponen entre el “Arquetipo”, el original de un texto, hasta cualquier edición de bolsillo que podemos comprar actualmente. Ahora las dudas me asedian: ¿Cuándo compro un libro de Diodoro de Sicilia, estoy leyendo a Diodoro o a una multitud de desconocidos apiñados como en el camarote de los Hermanos Marx?

Silencio en la nieve en Versión Española, la Dos.

| lunes, 18 de enero de 2016 | 15:41


A propósito de la emisión de Silencio en la nieve en Versión Original -la Dos- tuvimos un agradable coloquio sobre el rodaje dirigido por Cayetana Guillén Cuervo, y con la presencia de Gerardo Herrero y Juan Diego Botto. Aquí les dejo el link. 

De croquetas y vino blanco

| martes, 12 de enero de 2016 | 12:44

Tiene una calidad de vino blanco de veinte euros por un precio que les sorprenderá. Parajes, un Verdejo Viognier fermentado en barrica de Castilla y León. Mi sorpresa de este año.   



Encontrar un sitio donde hagan buenas croquetas es como encontrar el Santo Grial. Este restaurante en Madrid, Antigua Huevería, guarda el cáliz esplendente en la calle San Vicente Ferrer, en plena Malasaña. Croquetas de queso, jamón, setas... bien fritas, con corteza crujiente y sabor delicado. Fíense, yo soy serio.  

Dog Soldiers

| miércoles, 6 de enero de 2016 | 10:03

Un paquete de heroína, un hombre y una mujer que escapan con la droga, y un grupo de delincuentes que quiere recuperar el paquete. Ya disponemos de una mezcla tan explosiva que a poco que escribas bien, tienes una novela. Y es el caso. El libro de Robert Stone es una joya de la novela contracultural americana de los años setenta, un canto del cisne de un sueño hippie/beatnik que quedó aplastado por los ataúdes que se remitían desde Vietnam, y salpicado por la sangre que salía despedida de cada golpe en contra de los derechos civiles. La droga también venía de Saigón, como el resto de pesadillas de la nación americana, y el resto de magníficos personajes secundarios que pueblan la novela se encargan de mantener encendidas las calderas del infierno. Entre el follaje del árbol genealógico del libro se encuentra -cómo no- “El corazón de las tinieblas” de Conrad, con sus naves negras disparando continuos e inútiles cañonazos contra la selva esmeralda, y entre sus frutos hay obras tan grandiosas como “Árbol de Humo” de Dennis Johnson, “El poder del perro” de Don Winslow o “En el lago de los bosques” de Tim O´Brien. Ken Kesey definió una vez a Robert Stone como “un paranoico profesional capaz de detectar fuerzas siniestras hasta en una galletita Oreo”, y su novela es el latido de algo que puede saltar por los aires en cualquier momento, aliñado por una espiritualidad que se escapa como el oxígeno en una nave espacial cuya escotilla hubiese sido abierta con violencia. Enjundiosos diálogos -“Eres el hombre con más miedo que he conocido, no sé cómo te las has arreglado para sobrevivir-, desorientación existencial -“Entre su propio vacío y la vida, no quedaba mucho espacio para vivir“-, road movie desaforada, la inocencia malbaratada de todo un país, la heroína que se corona a sí misma como sustituto fatídico del sueño new age… En la tierra de los fuertes y los valientes, en medio de las visiones excepcionalistas de la “Ciudad sobre la colina” de Winthrop, todo termina con una persecución por un desierto tanto físico como ideológico -la última escena de "True Detective 2" bien pudo haberse inspirado en los Soldados Perro- que describe la desmoralización de un pueblo con la misma contundencia con que Martin Sheen “Willard” lo hacía en las primeras escenas de Apocalypse Now.