Rolling the Empire: Astronauts and Diapers

| sábado, 6 de octubre de 2012 | 20:01


Deambulando alrededor de las cápsulas originales del proyecto Mercury, me contaron una historia entre escatológica y didáctica. Seguro que recuerdan a Lisa Nowak, la astronauta celosa del Discovery, que fue acusada de intento de homicidio tras intentar secuestrar y agredir a otra mujer que consideraba rival por el amor de un compañero de oficio. La susodicha estaba convencida de que Collen Shipman, ingeniera de tierra, mantenía un rollito con William Oefelein, por lo que actuó en consecuencia. La señorita Shipman llegaba un lunes de un vuelo al aeropuerto internacional de Orlando, y Lisa Nowak, ni corta ni perezosa, inició un viaje en coche de un montón de horas desde su hogar en Houston, Texas, hasta Florida. Pero lo que no todo el mundo sabe es que la chica, para no tener que parar a orinar, se puso los MAG -Maximum Absorbency Garment-, los pañales de máxima absorción que utilizan los astronautas en sus misiones, que pueden absorber 400 veces su peso en agua.
Bien, hay otras versiones de la historia, pero esta es la que me contaron y la que más me gusta. Moraleja: por mucha tecnología que desarrollemos, nunca podremos superar a Otelo. 

2 comentarios:

Rodericus dijo...

Si, recuerdo la historia ocurrida años atrás, pero no conocía el detalle de los pañales de astronauta.

El problema de las necesidades fisiológicas en vuelo, siempre ha sido algo "peliagudo". Durante las largas misones sobre Europa en la II G.M. los pilotos de caza utilizaban un par de métodos algo pintorescos.

El primero consistia en utilizar el termo de café ( previamente vacío, claro ).

El otro, consistía en un "artilugio" compuesto por una lata metálica con forma de petaca introducida en una bota de vuelo, y conectada por un tubo que ascendía por la pernera del pantalón hasta donde nos imaginamos.

La estrecha cabina de un caza, en una misión de cinco o seis horas de duración, era un "aseo" bastante incomodo.

Un saludo.

Begoña Argallo dijo...

No sabía este episodio triste de una triste mujer. Leía hace poco una frase que lo resumía muy bien: Estar enamorado es darse cuenta de que una persona es única; algo así. De lo que curiosamente se deduce que desenamorarse sería lo opuesto.

La verdad es que no leí a Shackespeare porque las ediciones en que lo encontré se me hicieron agotadoras de leer por su minúscula letra. Pero muchos escritores coinciden contigo en tu apreciación por distintos razonamientos. El tuyo se supera, porque algunos creían que la tecnología era una panacea.
Saludos