Influenza

| martes, 8 de septiembre de 2009 | 17:33




¿Por qué tengo la sensación de que esto de la gripe A es un timo nigeriano? ¿Por qué no puedo quitarme la sensación de fraude, de exageración, de una mentira al servicio de una política de entidad categórica cero? ¿Por qué me da que nos están amenazando con una nueva caracterización del lobo feroz o del hombre del saco o, mejor, de esos tenebrosos médicos de la peste que recorrían Europa con sus lonas alquitranadas y sus máscaras profilácticas como picos de aves apocalípticas? ¿Por qué se me viene a la cabeza continuamente el final alegórico de la película 'El bosque', de M. Night Shyamalan, esa perversa fábula en la que se analiza cómo se puede utilizar el miedo para controlar a la sociedad e incluso construirla?

Habitualmente suelo ser más optimista que los bolivianos, que no tienen salida al mar pero poseen una marina de guerra y hacen sus maniobras en el lago Titicaca, y eso ya es optimismo. Pero en esta ocasión tengo una sospecha negra, porque el miedo es una ganancia permanente para los políticos que parecen arrogarse el deber de acabar con él, y eso genera nuevos créditos además de desviar la atención de cosas más esenciales. De hecho, el secreto es buscar continuamente nuevas fuentes de miedo, que si unas vacas locas por aquí, que unas gallinas histéricas por allá, que si un protocolo para acojonar en esta mano, que si unos antivirales mágicos en la otra... lo importante es mantener la tensión, la ansiedad, la hipocondría del vulgo, ¿no?, aunque el sentido común diga que en el 95% de los casos no hace falta ir al médico, y que el número de muertos no supera al de una gripe estacionaria normal. Pero, claro, como decía Groucho, ¿a quién va a creer, señor?, ¿a mí o a sus propios ojos? En la novela negra siempre que hay un fiambre la primera pregunta es: ¿a quién beneficia? ¿Qué me dicen de las empresas farmacéuticas? ¿Qué me dicen de objetivos políticos? ¿Qué me dicen de la pasta que se gana con la vacunomanía? ¿Qué me dicen de la ausencia de genéricos si la cosa es tan dramática? ¿Qué me dicen de batirlo todo a la vez?


Um... recordemos a Coco y su definición de sociedad cerrada o dictadura: ficción y realidad se confunden y se suplantan la una a la otra. Ahora recordemos su definición de sociedad abierta o democrática: ficción y realidad son autónomas y diferentes, coexisten sin invadir ni usurpar los dominios de la otra. Arriiiba, abaaajo, izquieeerda, dereeecha, más leeejos, más ceeerca. ¿Habéis comprendido, mis queridos niños?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los poderosos intereses de las farmacéuticas frente a los Estados débiles...En cuanto a la política, ¿cuál es la solución? d.

Rodericus dijo...

tengo la mima sensación que tienes tú.Creo que se le está dando demasiada importancia al asunto, y se está usando el miedo como herramienta de sumisión.Es la vieja historia del mundo, cuando en la prehistoria la tribu no era muy sumisa a sus dictados, el chamán de turno les amenazaba con desgracias sin cuento, y el temor obraba efecto.
La tasa de mortalidad de la gripe vulgar es bastante similar, pero que unos cuantos ancianos ó enfermos mueran cada invierno no es noticia, es pura estadistica.
Y el papél de la industria farmaceutica en el asunto no está muy claro, hay rumores que ponen en duda la efectividad del renombrado antiviral que se utiliza como tratamiento.
Y por último, el papél de los medios de comunicación en esta psicosis.¿ Es necesario asustar para tener una primera página de edición ó abrir un telediario ?.
Empiezo a echar en falta los tiempos en que estaba peór informado, ¿ ó deberia decir menos informado ?.Creo que dá igual.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

La virtud de este siglo es que podemos comparar, ya lo dijo Nietzsche.

Anónimo dijo...

¿Y no será precisamente eso lo que nos desmoviliza y lo que, en consecuencia, nos hace muy poco nietzcheanos en cuanto a la capacidad de acción? (dice el abogado del diablo ;-) d.