Café Titánic

| jueves, 23 de julio de 2009 | 23:13


Parroquia, les presento al bosnio Ivo Andric. Hace tiempo, a un campeón de lanzamiento con honda, cuando le dieron el premio por ser el que más lejos había tirado la piedra y tras no mostrar emoción en absoluto, le preguntaron que por qué no estaba contento: porque yo apuntaba, respondió.

Ivo Andric, con su libro de relatos 'Café Titánic', no sólo busca el 'citius, altius, fortius' olímpico, sino que, además, apuntaba. Una prosa tersa, concentrada, contundente, elíptica, que hace que cada uno de sus cuentos sea como uno de esos tesoros ambarados y líquidos que guardan las bodegas excavadas del sur de Moravia que alguna vez he visitado.

En 'El vencedor' se enfrenta al arquetipo del héroe y lo desarma, la acción consume, ciega, ensordece y aniquila... nos cuenta... quién diría que reina tal oscuridad en las almas de los héroes... remata.

En 'Amor en la ciudad' nos remite a la fugacidad del tiempo, a sus mecanismos y arandelas, a su vértigo que nos anula, un tiempo sin piedad en el que las flotas ya no navegan a la velocidad del buque más lento; también a ese amor que no es luminoso sino obsesivo, violento, un combustible que si bien puede dispararte hacia el cielo, esta vez lo hará hacia el infierno.

El bosnio Ivo Andric escribe al igual que pinta Sorolla, porque no le queda más remedio, porque no hay nada inmóvil y hay que escribir deprisa, porque cuanto hay es fugaz, se pierde, y no vuelve a encontrarse.
En 'Palabras' habla sobre el agónico silencio, el desierto infinito que todos llevamos dentro y que puede alzarse en cualquier momento.

En 'Niños' cuenta que a pesar de todo queda esperanza, oasis en esas tierras quemadas y cuarteadas, y que todo lo adquirido debe reconquistarse cada día, porque esa es nuestra esencia.

En 'Café Titánic', el relato que da título al libro, asegura que somos máquinas de sobrevivir en cualquier circunstancia, aunque para ello debamos cometer pequeñas traiciones hacia nosotros mismos cada día. En un diámetro de 115 páginas alrededor de Ivo Andric hay una topografía de luz y espacio, gravedad y escala, de proporciones, de amor al detalle en una escritura que, como en las lápidas del cuento 'En el cementerio judío de Sarajevo', sus letras -bien lo sabe- irán poco a poco desdibujándose por el tiempo hasta convertirse en jeroglíficos de múltiples y arcanas interpretaciones.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasaba por aquí, porque se me había olvidado algo. "El que no tiene cabeza, tiene pies", ¿verdad?.

¡Vaya!. Me apunto a este café. Tal y como lo presentas, parece delicioso. Y sobre todo, por la comparación con Sorolla. Me encanta Sorolla...espero acercarme a Madrid, a la exposición en el Prado, que sólo está durante el verano. Tocará ponerse vestido ligero y vaporoso (pero con decoro) porque el calor de Madrid, aprieta de veras en verano...

¿Parroquia?. ¿Un ateo negacionista osa dirigirse a la parroquia?. Al menos, la formación cristiana, si no es fe, es cultura. Somos cultura cristiana. Al menos yo, de budista no me veo ni un pelo. Creo que Penélope Cruz se ha hecho budista...je, je. Bueno, cada uno....

Fdo: Una parroquiana de absoluta FE.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Es un gran libro, muy recomendable. Además el tío vivió en Madrid una temporada larga, en la calle Velázquez.

Ah, a pesar de ser un ateo negacionista no puedo negar la belleza de los mitos cristianos. Soy un cristiano cultural, eso es evidente. Quién puede resistirse a los cristos de Rivera, quién???

Anónimo dijo...

Qué es ateo negacionista? Porque sientes la necesidad de añadir la palabra "negacionista" -habitualmente usada para los que niegan el holocausto- a la palabra ateo? Para decir que alguien cree que el dios no existe, basta con decir ateo (y a mucha honra).
Me repele profundamente esa lógica: "somos cultura cristiana. Bueno, no creas, pero al final eres uno de los nuestros, no lo niegues".
Estoy en total desacuerdo. Si, nuestra cultura esta profundamente influenciada por el cristianismo, por las creencias politeistas grecorromanas y de las tribus bárbaras, por el judaismo, por el pensamiento científico etc.
Por otra parte, la religión no es una cultura, es un sistema ideológico. En una sociedad libre, cada uno puede elegir libremente su religión y su manera de pensar, y si el budismo es lo que mas le convence, puedes discutir con el sobre el contenido de sus creencias, pero no con el argumento de que "como español" ser budista es raro .
Parroquiana, me parece que eres victima de una cultura conformista, uno de los logros mas profundos de la inquisición. Esa mentalidad profundamente antipluralista, en el sentido de "puede que no creas, pero al final todos somos católicos." Todavía se acepta que uno no crea, mientras haga la comunión. Pero si decides ser protestante o budista, eres un raro ridículo. Esa ridiculización de gente que decide vivir abiertamente según su convicción, inconfomista que sea, me parece fatal..Y por otra parte esa glorificación del conformismo social, de lo que "somos" y de lo que no nos libramos...Fijate, prefiero aceptar la diferencia a vivir en la hipocrasía autoimpuesta.
Siento ser tan dura y polémica, pero este tipo de razonamiento me tiene un poco frita. dar.

Anónimo dijo...

Si el comentario anterior es demasiado largo, se me acaba de ocurrir una manera más breve para decir lo mismo:
Si te parece ridículo que alguien conoce varios sistemas religiosos antes de decidir cuál elige para sí, ya que te ríes de Penélope Cruz, a mí me parece más ridículo que alguien pase toda su vida tragando con unos dogmas solo por el hecho de haber nacido en un rincón del mundo. Qué pensamiento más pre-ilustrado.Eso pasa por no haber hecho una revolución a tiempo ;-) dar.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Yo también te quiero, Dari :)

Anónimo dijo...

¿Le pasa algo a Anónimo Dar:-?

Chica, háztelo mirar.
A tenor de tus opiniones, me temo que tengo una visión más plural del mundo y un respeto por las opiniones ajenas mayor que el tuyo.

¿De veras una mujer puede estar todo el día poniendo la puntilla?.
Relax, Dar, relax......