Mirar mujeres

| viernes, 27 de marzo de 2009 | 0:01


A mí me gusta mirar mujeres. Encuentro un goce en ello, me da felicidad. A Sándor Márai también le gustaba mirar mujeres. En especial a la suya. En su diario dice que a pesar de que su mujer cada día oye menos, y entra con tristeza en la senilidad, y ya no ve la comida, y cada vez aprecia menos los alimentos, y a veces pierde la orientación, ella sigue siendo tan guapa a sus ochenta y siete años como lo fue de joven, de otro modo, pero sigue siendo guapa. Márai también dice que no sabe cuánto aguantará su cuerpo, pero quiere estar junto a ella hasta el último momento, ayudarla y cuidarla. Pero, sobre todo, mirarla.

A mí también me gusta mirar mujeres. En cualquier ocasión, pero sobre todo cuando se prueban zapatos. Porque para ellas los zapatos no son accesorios, sino un atributo de su femineidad, de su anatomía. Y cuando ellas se los ponen es como si se desvistieran, son un elemento más de su desnudez. Hagan la prueba. Que sus chicas se desnuden y se coloquen en la cama con un bolso o un sombrero y verán que son mujeres desnudas con bolsos y sombreros. Ahora que se acuesten con unos zapatos de aguja y sólo verán a una mujer desnuda. Y qué me dicen de mirar mujeres cuando ellas se miran a sí mismas mientras se prueban los zapatos. Eso ya es algo litúrgico, amigos. Tienen que darse cuenta de que ellas, cuando analizan su figura frente a un espejo, no empiezan nunca en los pies, sino que hacen un recorrido visual que empieza en la cabeza y acaba en los zapatos. Porque primero comprueban el efecto que causa la elevación de los tacones en su anatomía, y después miran los tacones. Resulta maravilloso su interés por ver cómo han cambiado los puntos de gravedad de su figura, cómo se han espigado. No me digan que no es sublime.

No, nunca me cansaré de mirar mujeres, se lo aseguro, de admirar su sentido de la observación, su intuición. De ver cómo se ponen y quitan sus zapatos de tacón con esa forma de comunicarse que nunca entenderemos, como si nos recitasen poemas en un cadencioso y dulce idioma extranjero. Y cuando las pilas se nos agoten y nuestras linternas parpadeen, y sintamos la muerte como algo ya no meramente intelectual y nos rodeen los medicamentos y los desmayos y los mareos, yo mismo ayudaré a mi chica y la cuidaré hasta el último momento, pero sobre todo le probaré los zapatos cuando ella no pueda y miraré su desnudez de ochenta y tantos como si fueran veinte, porque seguirá siendo guapa, de otro modo, pero lo seguirá siendo. Quién podría dejar de hacerlo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ouhhhhh! Les souliers!!!

J’aime les chaussures et le nombre de boites qui traîne dans l’entrée, dans le placard, sous mon lit le rappelle tous les jours mon entourage. Alors forcément sur le nombre, les talons hauts sont grandement représentés.

Il n’y a pas de hauteur idéale, tout est question de mode, de modèle, d’envie, de coup de cœur, mais les plus hauts doivent me faire gagner quelques centimètres, ce qui vu mon 1m74 d’origine me porte vers des hauteurs assez substantielles.
Je ne me souviens pas avoir été petite, coincée dans la foule, ne voyant rien aux concerts ou dans la file d’attente. Je ne me souviens pas non plus d’avoir « appris à marcher en hauteur ». Pourtant, sauf erreur je ne suis pas née en talon ?

L’autre jour alors que je me promenais la tête en l’air et haute perchée sur mes talons derniers nés, un homme m’accoste. « Je vous regarde marcher depuis 5 minutes et c’est un bonheur que de voir une femme qui sait marcher en talons. Il y en a tant qui au premier soleil essaient tout en gardant une démarche de canard. Merci » et il s’éclipse aussitôt. J’ai trouvé la remarque amusante.

Alors oui il y a des astuces pour ne pas tomber et être ridicule, oui l’expérience et l’habitude contribuent à gagner en aisance, mais chacun se débrouille, pas de guide, pas d’embrouille, juste du plaisir et du ressenti.

Et oui, c'est vrai... je tombe amoureuse de toi chaque matin ;-)
Écoute, c'est pour toi:

J'ai commencer à me préparer
Disposer mes vêtements
Essayer mes sous vêtements
Ainsi que mes déshabillés...

J'ai enfilé mes bas
Mes talons hauts
Sous mon long manteau
Rien qu'un peu de soie...

J'hésite encore...
Sexy ?
Coquine ?

Femme fatale,
Un peu animale,
Fougueuse et féline
Amoureuse et sublime...

J'ai envie de ton amour,
De m'envoyer en l'air
Demain en plein jour
Et dans cette nuit d'hiver... ;

Une nuit magique avec toi
Une nuit d'amour entre tes bras
Une nuit de passion sous tes draps
Une nuit d'ivresse entre tes doigts

Demain ce n'est que toi et moi
Alors prépare toi...
J'ai très envie de toi !

Bisous, bisous.

O.

Anónimo dijo...

Al igual que vosotros os deleitáis observando detenidamente nuestra desnudez, nosotras disfrutamos y nos maravillamos ante la vuestra.

Un cuerpo masculino desnudo puede resultar sumamente atractivo, sugerente y erótico a los ojos de una mujer. La fuerza, virilidad o delicadez y calidez que puede transmitir un desnudo masculino no nos deja indiferentes.

Me pregunto ¿qué tal un desnudo masculino con algún objeto fetiche?
Ignacio, tú ¿te atreverías con unos zapatos de tacón?
Parece que tienes un cuerpo bien cuidado, es evidente que eres asiduo de algún gimnasio, así que a más de una la fantasía puede resultarnos divertida.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Todo es negociable...

Anónimo dijo...

respecto a tu reflexión no puedo dejar de pensar que probablemente pasarás de tu chica cuando empiece a perder su atractivo..o cuando llegues a la crisis de los 40-50 o cuando se te ponga por delante una jovencita de la que no te puedas resistir...ojalá me equivoque..y no es que hable por experiencia sino es lo que veo continuamente en esta sociedad..el amor o al menos "ese amor" para toda la vida está en peligro de extinción, bss

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Uf, no se puede asegurar nada, en cualquier momento se puede acabar la chispa tanto por mi parte como por la parte contratante de la primera parte, pero se aspira a durar. Cuando pasas de determinada edad no cuenta sólo el físico, de eso también te das cuenta, hay muchas más cosas.

Anónimo dijo...

El cuerpo masculino está muy bien, pero por favor, mejor sin tacones (¿seré demasiado clásica?) dar.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Dar, Mahony quedaría so sexy con tacones, jaja.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

ENVIADO POR LBO2

Ring, ring.................

LBO2: Si, ¿dígame?.
CRIS: Vamos nena, sal de ahí de una vez y llévanos a Gijón, esta noche loca de viernes. A ti y a tus amigas, y nos demuestras de paso que eres una verdadera amiga.
LBO2: Estoy cansadísima, Cris. Llevo toda la semana trabajando trece horas diarias en esta maldita tesis, y hoy lo único que quería era irme a casa y dormir mucho. Mañana tengo que ir a la pelu y ponerme mona, se casa mi prima por la tarde. Tal vez en la boda esté mi príncipe azul, ya sabes lo que espero. Un clon de mi actor favorito, de toda la vida, Gary Cooper. Leí en una biografía suya su estatura “en pies” y es justo, 1,90 metros, y con los ojos azules, of course. Además, sabes que no me gusta salir los viernes, y menos por Xixón. Está lleno de paletos. Yo soy carbayona de pura cepa, y de verano por Luanco, Llanes o Salinas....Ya sabes.
CRIS: Sí, ya sé. Por Salinas. De dónde tu ex. El pobre, con lo orgulloso que estaba de ti, que te paseaba por el Club Náutico. Toda su pandi babeando mientras te bañabas en la piscina de agua salada del Club. El pobre, saca el MIR por ti (¡como para no hacerlo, con una empollona de novia!) te planta el pedrusco, te pide que te cases con él, y le cascas que NO. ¡¡Serás cabrona!!. Hacerle eso después de casi seis años saliendo. Además, medía 1,85. ¿No te parece bastante?. ¿Para qué querrás tú un hombre tan alto?. Si fuera yo, que mido 1,76 y en cuanto me pongo algo de tacón, parezco la madre de todos. Para mí quisiera yo a tu ex. Encima era un buenazo. Si estás sola, es porque quieres.
LBO2: Ya lo sé, Cris. No es porque quiero, es porque no le quería. Bueno, le quería pero no le amaba. Cuando se es joven, es fácil confundir la ilusión con el amor. Luego, te vas acomodando. Es tan fácil dejarse querer por quien te quiere bien, te hace regalos continuamente, te trata como a una reina....Me equivoqué. Quería que terminara la carrera y el MIR. No quería darle el palo antes de eso. Pero lo del anillo me pilló de sorpresa, vino todo junto. No me lo esperaba. Fue muy doloroso, para él y para mí.
CRIS: No te lo esperabas tú, porque las demás teníamos claro que la tuya era la primera boda a la que íbamos ir, y mírate ahora. Encerrada en un despacho todo el día. Se te va a poner la cara cuadrada como la pantalla y se te va apolillar el culo, de tanto estar sentada....¡Sal de ahí!; te llamo, porque soy tu amiga. Así que arréglate y ven con nosotras; ahí fuera hay mundo lleno de hombres esperando por nosotras.
LBO2: No me hagas esa faena, Cris. Que necesito descansar......Bueno, pero saldré con la cara lavada, a modo de protesta. Así me quedará mejor el maquillaje mañana, que es cuando quiero estar bien.
CRIS: Como te de la gana, pero ven.

Recuerdo cada detalle de aquella noche como si hubiera sucedido ayer. Fue el viernes 31 de julio de 1998. El día en que se produjo mi OPA de exclusión. Para excluir a una empresa de cotización bursátil se hace mediante un proceso que se llama OPA de exclusión. Las mujeres también cotizan....en los bares, en los pubs....Y un día, dejan de cotizar definitivamente. A mí, me sucedió ese día.
Hice caso de mi mejor amiga. Me fui a casa, me lavé la cara, me puse una camiseta blanca con bordados en el escote (aún la conservo, de recuerdo), un pantalón negro y mis sandalias negras de tacón alto. Casi todos mis zapatos son de tacón. La palabra “francesita” es pecado mortal en mi armario. También es pecado mortal ver a Carla Bruni estropear un modelo de alta costura, llevando francesitas porque se lo pide su marido. Las altas, necesitan altos a su lado.
Fuimos primero al Boulevar, un garito en el puerto deportivo. Al salir, mi amiga Cris me dice que había uno, modelo “torre de alta tensión” que no nos había quitado ojo. Yo no me había percatado, y tampoco me gusta seguir ese juego, si me doy cuenta. Sólo miraba el reloj. Estaba cansada de verdad. Tras un par de bares más, fuimos al Náutico, cerca de la Iglesia de San Pedro, mi rincón favorito de Gijón. Y cuando estábamos allí:

CRIS: Ahí viene la torre de alta tensión. Y como venga hacia mí, nena, vas a llevar una pasajera menos de vuelta en el coche esta noche. Te lo garantizo.
LBO2: ¡Qué fácil es todo para ti, Cris!.

La torre en cuestión, se aproximaba asintóticamente (rozaba sin llegar) a la estatura de mi actor favorito: 1,89. Y sus ojos, no eran azules, sino pardos. Tenía aire de Don Juan, y resultó llamarse Juan. O mejor dicho, Juan Ramón. Siempre les he encontrado encanto a los nombres dobles, como de telenovela sudamericana. Se decantan por uno, en su caso el primero, o sus siglas: JR. Otros se decantan por el segundo; es una decisión respetable. Aunque para alguno, si lo hiciera por el primero, con la inicial del segundo, quedaría casi nombre de Rey, creo yo. Cuestión de gustos. Se me acerca el Don Juan y me espeta:

JR: Hola. ¿Escuchas a Calamaro?
LBO2: Algo. Pero no tengo ningún CD. Prefiero Chopin. (Borde y pedante).
JR: Es que a mí me pasa lo que a él. Que soy “sensible a la belleza”.
LBO2: ¡Vaya!. Se ve que tienes la frasecita muy entrenada.
JR: Te juro que es la primera vez que la digo. De hecho, te vi en el Boulevar, y como no sabía qué decirte ni cómo dirigirme a ti, os fuisteis antes de decidirme.
LBO2: Está claro que no tenías gran interés, entonces. Mis conocimientos de estadística (más borde y más pedante todavía) me permiten asegurarte que, dada la cantidad de gente que hay hoy en Gijón, y dado el número de bares que hay, la probabilidad de encontrarse DOS veces a la misma persona es prácticamente nula.
JR: Soy ingeniero, no estadístico. Pero si tú dices que es así, así será. En tal caso, está claro que estamos predestinados, después de tan difícil coincidencia, DOS veces.
LBO2: Ja, ja.....
JR: Soy un mirón, lo siento. Y estaba tan feliz mirándote que no me dí cuenta del peligro que corría de que salieras del pub, y no pudiera volver a verte. Pero aquí estoy.

De repente a mi amiga Cris, le entró una prisa terrible. A pesar de ello, sigue siendo mi mejor amiga.
CRIS: Vamos nena, que hay peligro de corto-circuito por ahí. ¿No decías que tenías que volver pronto por la boda de tu prima mañana?.
LBO2: Sí, es verdad. Tengo que irme. Además mañana quiero ir a la pelu y arreglarme bien, no como hoy. Salgo de boda por Oviedo. Se casa mi prima mañana. No me gusta Gijón. No creo que volvamos a coincidir; no solemos salir por aquí.
JR: Así que no podré seguir mirándote. Cualquier hombre desearía poder hacerlo.
LBO2: ¡Oye!. Habla por ti. Al que le guste una mujer alta, morena y de pelo rizado, ya me dirás si se va a fijar en mí. Es absurdo lo que dices.
JR: O no. Hay bellezas que están fuera de discusión. A mí, no me van mucho las morenas, pero la belleza de Monica Bellucci está fuera de discusión para la mayoría de los hombres. Tu belleza, también.
LBO2: ¡Vaya por Dios!. Habías empezado bastante bien y terminas tomándome el pelo. Me tengo que ir, de veras.
JR: Necesito tu teléfono.
LBO2: ¿Para qué?. ¿Para seguir tomándome el pelo?
JR: Por favor.
LBO2: Ni se te ocurra volver a burlarte de mí. 985...........Es un despacho. No estaré hasta el lunes. Este fin de semana me toca descansar, para variar. Con un poco de suerte, mañana en la boda de mi prima aparecerá el amor de mi vida, así que casi mejor te ahorras llamarme el lunes.
JR: Gracias. Me queda grabado tu número. A fuego. Sólo dos cosas más. No te estaba tomando el pelo; hablaba en serio. Y no te arregles mucho mañana. No se debe ir a una boda más guapa que la novia. Máxime si es tu prima.
LBO2: ¿Y tú que sabes cómo es de guapa mi prima?.
JR: Para mí no hay ninguna mujer más guapa que tú.

No puedo negar que aquello me gustó. Mucho. Demasiado. El sábado 1 de Agosto se casó mi prima. No me acuerdo de nada de ese sábado. Estuve toda la tarde-noche recordando la breve conversación del día anterior. Lo único que recuerdo de ese primero de Agosto es que llovió a cántaros en Oviedo. La gente espera para casarse en verano, y luego sale un día lluvioso. Mi prima se consolaba diciendo: “Novia mojada, novia afortunada”. El lunes siguiente, JR llamó. Se confirmó mi exclusión de cotización, y la institucionalización de la misma, tras el doctorado y el segundo anillo, se produjo un día de diciembre, el 9 del año 2000. En pleno diciembre, lució el sol, y no llovió. Yo no fui una novia mojada.

Obviamente, lo que me dijo, no es verdad. Aunque para él lo fuera. De hecho, el día de nuestra boda, su mejor amigo, Luis, me dijo. “Bueno, JR ya tiene lo que quería. Porque menuda brasa que nos dio a sus amigos el día que te conoció. Tras salir del Bulevar nos tuvo toda la noche entrando y saliendo por bares de Gijón, como almas en pena. Lo que hay que hacer por un amigo. Y luego, cuando por fin os encontramos a ti y a tus amigas, en el Náutico, me quedé de piedra. Cuando os fuisteis, le dije lo que pensaba. Que no me parecías nada del otro jueves. De hecho, pensé que le iba a entrar a la morena, Cris se llama ¿verdad?. Por lo menos, es de su tamaño. En cualquier caso, si haces feliz a mi mejor amigo, para mí, estás muy bien. Así que ya lo sabes. Cuídamelo”.

No sé por qué a veces las mujeres se empeñan, o nos empeñamos en violar las reglas de juego, las del más importante de la vida. Dentro del ojo de cada hombre, de su ojo privado, que no público, está su verdadero concepto de la belleza. Si se va contra-corriente, se corre peligro. De dolor. A favor, no está todo garantizado, pero hay más probabilidades. Un día, de novios, JR me dijo que todas las chicas con las que había estado eran altas. Yo no soy tampoco del tamaño de La Minogue o Pamela Anderson, pero “me aproximo asintóticamente”. Ante tal afirmación, le obligué a entrar en un bar y le sometí a un tercer grado, UNA HORA de reloj, para que me explicara qué narices hacía conmigo. Y me lo explicó, y me convenció. Me dijo que para él, las altas siempre habían sido más fáciles. De hecho, casi nunca había tenido gran cosa que hacer. Date cuenta, me dijo, que en cuanto una mujer de uno setenta y pico, casi ochenta se sube a unos tacones, pocos le podemos quedar bien de compañía. Sin embargo, yo siempre he tenido dentro de mí otra idea de lo que deseaba. En el físico, y por supuesto en cosas más importantes. Dos de sus ex, eran modelos. La última una clon de Ariadna Gil que resultó ser una “femme fatale”. Le quedó claro lo que quería y lo que no. Me convenció.

Pocas mujeres llevamos tacones con frecuencia. Aunque unas los necesitamos más que otras. Pocas dedicamos cinco minutos a vestir el rostro, antes de salir de casa. Para mí es un ritual, tan importante como ponerme los zapatos de tacón. Los tengo de tacón más ancho, si un día me tocan muchas horas de trabajo “de cara al público”, pero siempre algo de tacón, que necesito, y de rimel, que no necesito en absoluto. La naturaleza no me ha dado unas piernas largas pero sí unas pestañas largas. Al igual que a la autora del primer comentario, no he nacido sobre unos tacones, pero como si lo hubiera hecho. No me costó; para mí siempre ha sido natural hacerlo. Y hacerlo bien. Cuestión de práctica. No obstante, a diferencia de ella, yo sí que me acuerdo de haber sido pequeña, de no poder ver en los conciertos, sencilla y llanamente, porque para mí es el “pan nuestro de cada día”, incluso subida a unos tacones.

El pasado viernes, 27-M, en mi “casual Friday” (ventajas del funcionariado) tras pasar por Cervantes para reclamar un libro y encargar otro de Camus, que no tenían, me fui a mi zapatería favorita. Y cayeron los últimos zapatos. A un precio más normal. Pagar más de 200 euros, me parece una aberración. Me compré unos de raso negro, que llevaba tiempo buscando, de los que tienen también algo de suplemento por delante, no demasiado porque sino pareces una paralítica y con las puntas abiertas, dejando ver las uñas que me gusta llevar pintadas de cereza oscuro, por ejemplo.

El sábado, 28-M, tras el desayuno en el porche con mi esposo, él lee el periódico decano de la prensa asturiana y yo, el suplemento femenino. Ya se sabe que las rubias tenemos una neurona y, de vez en cuando, conviene ventilarla mirando modelitos o cremas que ayuden a combatir el inexorable proceso de envejecimiento. En tal contexto, se entabla la siguiente conversación:

JR: Este Ignacio del Valle tiene una curiosa idea de lo que es el voyeurismo. Mira lo que escribe.

JR acababa de leer el artículo titulado “Mirar mujeres”, título que constituye un imán para un mirón, por definición. Me lo pasó y lo leí. Y le dije lo que pensaba y pienso de él.
LBO2: Creo que es un artículo delicioso de un hombre que es admirador de las mujeres en general y de su chica en particular, y además, resulta muy romántico. ¿No crees?
JR: Ni idea. ¿Quién se traga esta moto?. Te voy a explicar lo que es el voyeurismo, dado que tanto te interesa.

Y lo hizo a la luz de un artículo de otro periódico, sobre Miroslav Tichý, un fotógrafo que construye sus propias cámaras, con material sacado de la basura. Y fotografía mujeres agachadas, como si orinasen a escondidas, mujeres entregadas al baño absoluto del sol, mujeres en comunidad, sociales y risueñas; mujeres con determinación esquiva. A juicio de JR, el voyeur busca también lo furtivo. Y nada hay de eso con una persona con la que llevas años, con la que te has duchado, por ejemplo, o con la que has hecho de todo en todas las posturas y situaciones posibles. No es eso, según él. Por otro lado, una cosa es el mirón y otra el fetichista, como parece desprenderse del artículo. (Hubo un hombre que adoraba mis zapatos de tacón y “me empezó” por los pies, pero no fue JR).

Si le enviase a mi esposo la foto del blog que no aparecía en prensa, confirmaría lo que me comentaba el sábado. El es un mirón, no un fetichista. Nunca le han llamado la atención mis zapatos, ni mi forma de ponérmelos, aunque creo que es un momento para presumir, no furtivo. A todas las que los usamos nos gusta eso. Los que he llevado en una cama, han sido de “motu propio”, para una puesta en escena de sábado noche. Igual que mi rimel, que siempre le sobra, porque me dice que me sobra, o mis corsés.....adoro la lencería bonita. Es difícil de encontrar. Cuestión de oferta-demanda. No sé por qué las mujeres no los usan más. Me parece una prenda deliciosa. A mi esposo, también le sobra. “¿Porqué te gastas tanto en esto?. Para lo que dura puesto.....no lo necesitas para gustarme. Me gustas tú, por cómo eres tú, no por lo que te pones”.

(Por cierto, al lado de la noticia sobre la exposición de Miroslav Tichy, estaba otra sobre la de Weegee y la exposición. Y mi esposo me preguntó si había visto la película. No, por supuesto. “El ojo público” resulta que es una película donde Joe Pesci hace un papel magistral encarnando al famoso fotógrafo. Lo dicho, soy una inculta).

Adoro el sexo. Es una afirmación difícil viniendo de una mujer, pero estoy acostumbrada a hacer afirmaciones difíciles y resolver problemas difíciles....así que puedo con ella, creo. Creo que es el mayor regalo que le puede hacer una mujer a un hombre, y viceversa, claro. De tal manera, que todo lo que sirva para poner un poco de arte en tal regalo, aunque sea con un detalle art-ificial, que supongo que viene de arte, es bienvenido por esta servidora. Ya sea acicalar algo el rostro (no pintarse como un indio, claro), ponerse unos zapatos de tacón o una lencería bonita. Yo me quedo más a gusto, porque es importante que nos quedemos satisfechos con nuestra manera de hacer las cosas. Aunque en mi caso, el hombre al que van destinados esos detalles, no les dé ninguna importancia porque prefiere lo natural. Las caras bellas, de bonitas facciones al natural, las buenas tetas, de manera natural, y los tacones fuera de su cama, porque los considera aditivos y colorantes, sobre todo si son del color de la fotografía. Preciosa, por cierto. Siempre agradezco el elemento coadyuvante de la fotografía en tus artículos.

El sábado por la noche estrené mis zapatos nuevos de raso negro y tacón altísimo, y al llegar a casa, tras una deliciosa cena acompañada de Protos, aún más delicioso, le pregunté a mi esposo con media sonrisa, porque me imaginaba lo que iba a decir....

LBO2: ¿Quieres que me deje puesto sólo mis zapatos nuevos de raso?
JR: Ni de coña. A mí nadie me dice lo que tengo que hacer con mi mujer. No mi chica. MI MUJER. Que para eso eres MI MUJER. Así que lávate la cara, que el día que te conocí llevabas la cara lavada y quítate esos zapatos de Princesa Letizia que te has comprado, que encima van a estropear el parqué sueco de barniz especial, que he pagado a 65 euros el metro cuadrado. ¿De acuerdo?. Además, ¿porqué te gusta tanto exhibirte si ya sé de sobra cómo eres?
LBO2: Pues porque el día que nos conocimos me dijiste que eras un mirón. Y el complemento de un mirón es una exhibicionista ¿no?
JR: Llevo más de una década contigo y sigo totalmente enamorado de ti. ¿No es eso suficiente?.
LBO2: ..........Claro que sí, Juan. No sólo es suficiente. Es mucho.



Un día, hace dos, tres años, no recuerdo exactamente recorté un artículo del periódico titulado “Shelley” y lo guardé. No me fijé demasiado en el nombre, tampoco en la foto, que es distinta de la de ahora. Me fijé simplemente en que me gustaba mucho lo que decía y cómo lo decía. Así que lo recorté como por impulso y lo guardé, precisamente en una de esas agendas de teléfonos de piel, que me regala mi hermano Nacho por Reyes cuando no sabe qué regalarme, y que ya no se usan, porque la agenda de teléfonos está en el móvil. Entre otras cosas decía que “nadie puede soslayar que la belleza exterior posee una irracional autoridad a la que nadie es inmune”. Yo no creo, como dice el señor Del Valle, que toda belleza sea una injusticia. Es simplemente una lotería que una mujer tenga una preciosa estatura de 1,74 y otras no. Es la lotería del ADN, que también determina los rasgos de la cara, o los talentos interiores, la inteligencia, por ejemplo. Es preciso vivir con las herramientas que nos han sido dadas, o mejorarlas si podemos y si no podemos, aceptarlas. No es una injusticia que una mujer sea bella. Es, eso sí, una cualidad que en el mundo en que vivimos creo que está sobrevalorada, y se da menos importancia a otras cosas, otros valores interiores, más perdurables o mejorables con el tiempo, al contrario que la belleza física, irremediablemente destinada a marchitarse.

La belleza no es una injusticia. O no para algunos. A mí, que un gran hombre, que admira y valora la belleza femenina, esté con una mujer bella, - por dentro y por fuera- , me parece la cosa más justa del mundo, en este mundo plagado de injusticias. Por una sencilla razón: PORQUE SE LA MERECE. Así que, espero que disfrute mucho Vd. de tal “injusticia” y que le dure, si es lo que siente y desea. Glückwunsche, ihr Beide!.
Por otra parte, es la belleza interior la que más incentivos le dará para que se mantenga en su vida el deseo de hacer lo que propone en el delicioso artículo que ha escrito. Vestirla, ponerle los zapatos, cuando ella no pueda. Y que la siga llamando “mi chica” cuando sea una anciana, será motivo de alegría, o incluso para organizar un festival de alegría, especialmente si la chica tiene nombre de Festival.

Ignoro por qué dudaba en definirse como conservador cuando afirmaba de sí mismo, sin dudar, que era un liberal. Parece que va teniendo cosas muy importantes que conservar. Una deliciosa bebida: El Pesquera. De lo más importante, pero seguro que no lo que más.
Se manifiesta además como un romántico. ¡Quién lo iba a decir de alguien que ha escrito “Cómo el amor no transformó el mundo”!. Un romántico total, burgués conservador. A su lado, Chopin era un hippy. Ni más, ni menos que un hippy.

Por cierto, ese libro sobre el amor, que de motu propio era el que más me apetecía leer de los que ha escrito, me ha resultado imposible conseguirlo. Llevo un par de meses detrás de él. En la FNAC, me dijeron que estaba descatalogado. Ni corta ni perezosa lo encargué en Cervantes, y precisamente el viernes pasado me confirmaron que estaba agotado. ¿Alguna pista de cómo conseguirlo? ¿Por alguna librería de la red?. Gracias.


@Moi même, que firma con O.

- Enhorabuena por su excelente francés. Para alguien no nativo, sea español, alemán o de cualquier otra lengua, el escrito muestra un gran dominio del idioma. Casi propio de un filólogo, especialmente en los giros, cuando se hace el comentario del hombre que la mira caminar por la calle.....Excelente, de veras. No es un francés habitual para alguien que no lo tiene de lengua madre, y parece propio de quien lo usa habitualmente.
- Enhorabuena por su bonita estatura. Al margen de que utilice usted o no zapatos de tacón, en mi opinión, una mujer alta goza de una plasticidad de la que siempre carecerá alguien que no tiene esa estatura. Independientemente de que también tenga buen tipo, buenas proporciones....Simplemente, las mujeres altas lucen mejor la ropa y son, de por sí, más lucidas. Por eso las escogen los diseñadores. Es lo que hay.
- Enhorabuena si consuma (seguro que sí) los deseos expresados en el escrito, y si éstos duran, tanto por su parte, como por la otra parte contratante, que también lo desea según ha expuesto.

Con toda seguridad, usted es acreedora de los acrónimos: La Belle Ot......(LBO).
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