| miércoles, 16 de julio de 2008 | 0:11


OOPS! I DID IT AGAIN


Sí, lo he hecho otra vez, igual que Britney. ¿Por qué? Porque estoy enamorado de ellos, sí, de los dos. No hay peligro, sigo siendo hetero, entero y soltero, pero estoy enamorado de ellos y lo hice otra vez: me he visto por veinticincoavavez Dos hombres y un destino. En efecto, los amo, amo la ocurrencia, el idealismo, la locuacidad, el optimismo de Cassidy y la vanidad, el silencio, la observación, el realismo de Sundance. Sólo he visto el mismo número de veces Apocalypse now y El buscavidas -otro día hablaré de ellas-, pero esta sigue siendo especial. Porque George Roy Hill se hallaba en estado de gracia y clavó el lingote de oro que era el guión de William Goldman y Burt Bacharah les puso un lacito a los dos llamado Raindrops keep fallin´ on my head. Porque me la pela la realidad histórica y me quedo con la leyenda. Porque envidio a Butch Cassidy cuando lleva en la bicicleta a Katharine Ross y sigo sufriendo cuando les persiguen los comisarios del Union Pacific y las paso putas cuando Sundance dice que no sabe nadar antes de tirarse por el acantilado y luego me descojono por la cara que pone el tipo más peligroso del estado de Wyoming y las sigo pasando canutas y me sigo riendo sin descanso el resto de la peli, hasta que me sale una lagrimita cuando les cerca el ejército boliviano y aceptan su destino con el coraje y la épica de la mejor tragedia clásica. Porque me salvan cotidianamente, porque son una droga y una elegía, porque mis filias con la edad son más profundas, igual que mis fobias, porque cada vez pienso menos y siento más, porque nadie, nunca, volverá a estar tan hermoso en una película como Paul Newman y Robert Redford.