| lunes, 31 de marzo de 2008 | 4:20


OBRIGADO
Esta foto me llega con retraso, pero resulta imposible no agradecer a Maria Jose las facilidades que nos dio en el congreso de Portugal. Como dice ella, los más charmosos. Un abrazo.

| domingo, 30 de marzo de 2008 | 12:45


¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?
Por casualidad, ¿saben ustedes lo que cobra un diputado? En principio un diputado de base cobra 3.126 euros mensuales, más gastos de manutención y alojamiento si son elegidos por Madrid -870 euros- o por otra circunscripción -1.823 euros-. A todo esto se suman tres ordenadores, el del escaño, el del despacho y el portátil -para esta legislación uno de 1.900 euros-, así como una PDA con móvil de 600 euros, y los transportes en avión, barco o tren, gratis. También disponen de un vale para taxis al mes de 250 euros. Aparte, claro está, las dietas para desplazamientos en misión oficial -120 euros por día en España, 150 euros por día en el extranjero-.
Estos son los diputados de base. Podría seguir con el presidente del congreso, que puede llegar a cobrar 13.857 euros más pluses, con los vicepresidentes, 6.453 más pluses, con los secretarios, 5.899 más pluses, con los portavoces de grupo, 6.157 más pluses, etc... pero lo dejo para otro día en atención a la salud cardiovascular de los mileuristas.
CODA: una buena noticia, hoy comienza otra vez Dutifrí, el estupendo programa de viajes de Sardá.

| sábado, 29 de marzo de 2008 | 16:13


BLANCO Y EN BOTELLA
Vale, de acuerdo totalmente con Levy Strauss y lo que nos contaba en Tristes Trópicos, sobre que ninguna sociedad es perfecta y todas conllevan por naturaleza una pureza incompatible con las normas que proclaman, traduciéndose concretamente en una dosis de injusticia, insensibilidad y crueldad, pero entre eso y la represión de las fuerzas ¿comunistas? en el Tíbet media un abismo. Sinceramente: no sé a qué esperan para boicotear aunque sea un poquito los dichosos Juegos Olímpicos de Pekín, porque la culpa sólo se crea con la acusación. Permitir que se realicen como si nada hubiera ocurrido es una derrota moral para Occidente, de sus valores y sus principios.
Es obvio que los dirigentes chinos tiene más peligro que un creacionista en una clase de párvulos, y que ni siquiera embutidos en el famoso bañador LZR Racer de Speedo, ése con el que se han batido ya 13 récords mundiales en las piscinas, podrían pasar por el ojo de la aguja de un chequeo democrático. Echemos cuentas: no les gusta Youtube, no les gusta Wikipedia, no les gustan los blogueros, no les gustan los mapas on-line, no les gusta Taiwan, no les gusta que en Europa se reciba al Dalai-Lama… O sea, lo dicho: blanco y en botella. Que les apuntemos con el dedito denunciando el cañón del Colorado que han abierto en la legalidad internacional o lo oprimidos que tienen a los monjes calvos de Lhasa probablemente no va a cambiar un ápice su política allí, porque saben que son 1500 millones de clientes potenciales para cualquier país del mundo, con un tejido de intereses comerciales densísimo, y como nos pongamos chulos a lo mejor nos cortan el grifo. También están al tanto de que no se hará demasiado porque si hubiese que anular un evento deportivo debido a que el país anfitrión no respeta los derechos humanos o tiene un déficit de democracia, nos quedaríamos únicamente con los campeonatos mundiales de petanca. Y por supuesto, cuentan con que están construyendo no una nación, sino un nuevo imperio que se mueve implacablemente por África y Sudamérica en busca de las materias primas y el crudo necesario con que comprar el lobby de políticos occidentales imprescindible para correr un tupido velo sobre cómo conculcan a diario las libertades y derechos fundamentales, y para vender los ríos de leche y miel que brotan en su país. Pero como soy un romántico trasnochado, me quejo. Por que sí, por orgullo, porque el orgullo salva más vidas que la esperanza, y como decía Mallory con indolente prepotencia cuando le preguntaban acerca de su obsesión por escalar el Everest: porque está ahí.
El COI debería de tener más el ojo puesto en la Constitución y menos en la cartera, que para eso son los Juegos Olímpicos, y en su espíritu -que fallidamente intentó recuperar el barón de Coubertin-, se halla la cohesión de los pueblos, hasta el punto de detener conflictos guerreros, y no el negocio colosal en que se han convertido. La llama olímpica podrá ir desde el templo de Hera, en Olimpia, hasta la capital del imperio del centro, pasando por el caro Everest de Mallory, en un viaje de 130 días y 137.000 kilómetros, mediante una cadena de 645 relevistas. Sin embargo, en toda cadena siempre hay un eslabón débil, y nuestro deber es encontrarlo, y si no lo podemos romper, denunciarlo. Por que sí, porque está ahí. Y nos molesta.

| viernes, 28 de marzo de 2008 | 15:31

SUOMI ART
A estas alturas ya considero a Finlandia mi patria adoptiva. Ayer tuve la suerte de que unas amigas, Maiju y Anika, me invitasen a la exposición de la pintora finesa Maria Mughal, en el Instituto de Finlandia, y para allá nos fuimos. Unos cuadros muy interesantes, que reflexionan sobre la mujer, y la tradicional hospitalidad del país.

Con Maiju y Anika.


Con Maria Mughal.













| jueves, 27 de marzo de 2008 | 11:01


BOCATTO DI CARDINALE XV


| miércoles, 26 de marzo de 2008 | 0:29


ÉRASE UNA VEZ CHURCHILL


-Artículo publicado por Umberto Eco en El País-.


Leí a comienzos de marzo en un diario italiano una pequeña nota en la que se comentaba un sondeo, realizado días atrás en el Reino Unido, según el cual la cuarta parte de los ingleses piensa que Winston Churchill es un personaje de ficción. y lo mismo sucede con Gandhi y con Charles Dickens. Muchos entrevistados -no se precisaba cuántos- habrían colocado, en cambio, entre las personas que realmente existieron a Sherlock Holmes, Robin Hood y Eleanor Rigby.

Como primera reacción ante esta revelación, tendería a no dramatizar. Me interesaría saber, ante todo, a qué franja social pertenece esa cuarta parte de los encuestados que no tiene ideas claras sobre Churchill o sobre Dickens. Si hubiesen entrevistado a los londinenses de los tiempos de este último, a los que se ven en sus incisos sobre las miserias del Londres de Dor o en las escenas de Hogarth, al menos tres cuartas partes de ellos -sucios, embrutecidos y hambrientos-, no habrían sabido quién era Shakespeare.
Tampoco me sorprende que crean que han existido realmente Sherlock Holmes o Robin Hood. Uno porque existe un negocio holmesiano, que en Londres hace visitar incluso su supuesto apartamento de Baker Street. Y el otro, porque el personaje que inspiró la leyenda de Robin Hood existió realmente. Lo único que lo hace irreal es que, en los tiempos de la economía feudal, se robaba a los ricos para dárselo a los pobres, mientras tras la llegada de la economía de mercado, se roba a los pobres para dárselo a los ricos.
Por otra parte, también yo, cuando era niño, creía que Bufalo Bill era un personaje imaginario, hasta que mi padre me desveló que no sólo había existido, sino que incluso él lo había visto, una vez que pasó, con su circo, por nuestra ciudad, trayendo el mítico West al Piamonte.
La verdad es que lo que sabemos sobre el pasado, incluso el más próximo, es poco, como se demuestra cada vez que se hacen encuestas a nuestros jóvenes -y no digamos, a los estadounidenses-. He leído sondeos en los que algunos creían que Aldo Moro fue un brigadista rojo, De Gasperi, un jefe fascista, y Badoglio, un partisano. Algunos dicen: ¿por qué los quinceañeros tienen que saber quién gobernaba más de cincuenta años antes de que naciesen? Pues yo, incluso en la escuela fascista, sabía, a los diez años, que el primer ministro en los tiempos de la marcha sobre Roma -veinte años antes- era Facta. Y a los dieciocho, sabía quiénes habían sido Rattazzi o Crispi, que pertenecían al siglo anterior.
El hecho es que ha cambiado nuestra relación con el pasado, probablemente incluso en la escuela. Antaño, nos interesábamos mucho por el pasado, porque las noticias sobre el presente eran pocas, dado que los periódicos las contaban todas en ocho páginas.

Ahora los medios de comunicación difunden una inmensa cantidad de noticias sobre el presente. Piénsese que, en Internet, puede haber noticias sobre millones de cosas que están sucediendo en este mismo momento -incluso sobre las más irrelevantes-. El pasado del que nos hablan los medios de comunicación de masas, como por ejemplo la historia de los emperadores romanos o Ricardo Corazón de León o, incluso, la Primera Guerra Mundial, pasa -a través de Hollywood y de las industrias afines- junto con un enorme flujo de información sobre el presente, y es muy difícil que un usuario de películas perciba la diferencia temporal entre Espartaco y Ricardo Corazón de León.

De esta forma, se difumina o, en cualquier caso, pierde consistencia la diferencia entre lo imaginario y lo real. Díganme si no, por qué un chaval que está viendo una película en la televisión debe retener que Espartaco ha existido y Vinicio de Quo Vadis, no, que la condesa de Castiglione fue un personaje histórico y Elisa de Rivombrosa, no, que Ivan El Terrible fue real y Ming, tirano de Mongo, no, dado lo muchísimo que se asemejan entre sí.

En la cultura estadounidense, esta difuminación del pasado en el presente se vive con total desenvoltura, de tal forma que se puede encontrar, incluso a un profesor de Filosofía, que le diga lo irrelevante que es saber lo que dijo Descartes sobre nuestro modo de pensar, dado que lo que interesa es lo que están descubriendo hoy las ciencias del conocimiento. Está olvidando que, si las ciencias del conocimiento han llegado a donde han llegado, es porque ese discurso comenzó con los filósofos del Seiscientos. Pero sobre todo se está renunciando a extraer de la experiencia del pasado una lección para el presente.

Muchos creen que el viejo aforismo de que la historia es maestra de la vida es una banalidad de maestro antiguo, pero está claro que, si Hitler hubiese estudiado con atención la campaña de Rusia de Napoleón, no habría caído en la trampa en la que cayó. Y si Bush hubiese estudiado bien las guerras de los ingleses en Afganistán en el Ochocientos -o incluso la ultimísima guerra de los soviéticos contra los talibanes- habría diseñado de otra forma su campaña afgana.

Puede parece que entre el encuestado inglés que cree que Churchill fue un personaje imaginario y el Bush que va a Irak convencido de terminar ese asunto en quince días hay una diferencia abismal, pero no es así. Se trata del mismo fenómeno de ofuscación de la dimensión histórica.

| martes, 25 de marzo de 2008 | 0:42



SIMPLEMENTE UN POCO PÍCARO
La semana pasada nos dejó un titán de las letras, un visionario, Arthur C. Clarke, que junto con Asimov y Bradbury, formaba la tríada sagrada de la ciencia ficción anglosajona.
Este patriarca y profeta literario, sin salir de su retiro en Ceilán, imaginó mundos que no existían, extraños y perturbadores, enmarcados por telones de estrellas. Un viaje que comenzó en su infancia, cuando construyó su primer telescopio, un trozo de cartón con dos lentes en los extremos, pasándose la niñez con un ojo pegado en un extremo trazando un imaginario mapa de la luna.
Clarke, gracias a las virtudes de su escritura, la amenidad, el rigor, la claridad y la imaginación, amén de una profunda fe en el futuro y un sincero optimismo cósmico, renovó y popularizó el género como nadie. Quizás haya quien afirme que el contacto definitivo con el gran público lo consiguió a partir de su colaboración con Stanley Kubrick, cuando le conminó a convertir su relato El Centinela en un guión de resonancias épicas. Evidentemente, nadie niega que la grandiosa pieza de Strauss acompañando al fémur del tapir lanzado hacia lo alto y transformándose en una nave espacial, en uno de los montajes más arriesgados de la historia del cine, ofició un matrimonio definitivo con los lectores, pero quien haya leído la posterior novela que escribió a partir del guión de 2001. Una odisea en el espacio, no podrá negar la diafanidad, la serena belleza de unas páginas que igualaban, si no superaban el talento visual de Kubrick.
Para la historia quedarán las tres leyes enunciadas en su libro Perfiles del futuro, que vienen a decir básicamente que el conocimiento sólo puede lograrse a base de aventurarse en lo que habitualmente se considera imposible, y que a partir de cierto grado de sofisticación la tecnología más avanzada es prácticamente indistinguible de la magia.
Clarke murió en Colombo, Ceilán, donde pasó sus años escribiendo, buceando, jugando al pin-pon, e imaginando inventos, algunos de los cuales suscitaron el interés de la NASA. Su vida personal fue caótica, salpicada de matrimonios, divorcios y amores frustrados. A raíz de unos rumores sobre su vida sexual, le preguntaron en una entrevista si era gay, a lo que él respondió con sorna: no, simplemente un poco pícaro.

| lunes, 24 de marzo de 2008 | 13:31



EL QUÉ

Hay una antigua leyenda de Sudán que cuenta que cuando Dios creó a los hombres que formarían las tribus Dinka del Norte y del Sur del país, les dio a elegir entre dos regalos. En concreto, a las tribus del Sur les propuso escoger entre cabezas de ganado o El Qué. ¿Qué es El Qué?, preguntaron los Dinka del Sur. Pero Dios no les respondió. Los Dinka del Sur pensaron que el ganado les proporcionaría alimento con su carne y abrigo con sus pieles. El Qué, en cambio, era lo desconocido. Podía ser todo o nada. Así que eligieron el ganado.

Durante miles de años los Dinka del Sur creyeron haber elegido lo correcto. Y hasta convirtieron la vaca en un animal sagrado. Pero llegó el siglo XX y, con él, una sucesión de guerras civiles que provocaron, sólo en los últimos 20 años del siglo, dos millones y medio de muertos y cuatro millones de desplazados. El desastre llevó a los Dinka del Sur a cuestionarse de nuevo si habían elegido bien. ¿Qué sería El Qué?, se preguntaban. Fuera lo que fuera, tenían claro que los Dinka del Norte de Sudán, de los que la leyenda decía que se quedaron con El Qué, se habían llevado el mejor de los regalos de Dios, y lo estaban utilizando para destrozar a sus vecinos del Sur.

| viernes, 21 de marzo de 2008 | 17:07

BOCATTO DI CARDINALE XIV





MOTEROS TRANQUILOS, TOROS SALVAJES. Peter Biskind. Anagrama. 2004
Una crónica apasionante del Hollywood de los años setenta, la última gran edad de oro del cine estadounidense, una tempestiva celebración de la creatividad y la experimentación, así como del genuino sexo, drogas y rock and roll. Los invitados son auteurs de lujo, la nouvelle vague americana: Coppola, de Palma, Scorsesse, Bogdanovich, Malick, Lucas, Spielberg, Schrader, Hopper... es decir, armas de destrucción masiva. Que lo disfruten.

| jueves, 20 de marzo de 2008 | 16:00



DÍAS EXTRAÑOS


Días extraños nos han encontrado, cantaba un desgarrado y lisérgico Jim Douglas Morrison en su disco Strange Days. Pero ni siquiera él pudo imaginarse el cruce inverosímil de géneros, las maneras híbridas, el desbordamiento absoluto de los espíritus por el signo incontestable de este nuevo tiempo. Una sociedad mediática, globalizada, multicultural, caótica, donde nada es cierto y sólo reina la probabilidad. Un siglo XXI que yo me imagino como un niño bajo la luz de un parpadeante fluorescente que se cuenta los dedos cada hora y siempre le salen once, o como una gigantesca caja llena de bombones rellenos de venenos o placebos, da igual, envueltos en llamativos papeles de colores. Google procesando al día veinte millones de gygabites; ciclos de desarrollo tecnológico cada vez más cortos; nutrigenómica, biotecnología, robótica, nanotecnología…; pensar globalmente para actuar localmente; la conectividad constante y total… Este futuro no ha llegado, ha irrumpido y lo ha vuelto todo del revés con unos mantras que pueden crear en la gente el mismo desconcierto, una idéntica desesperación, la análoga soledad que se puede sentir al estar en medio de una orgía y no lograr tener una erección. Hemos salido directamente de las cavernas al espacio y enfrente tenemos más historia de la que podemos digerir, mientras las hienas de la incertidumbre ríen y ríen en un círculo alrededor.

En este mundo loco en el que las agujas de las antiguas brújulas tiemblan en sus guías y no aciertan a señalar nada, el mejor rapero es blanco, el mejor golfista es negro y Suiza gana la Copa America. ¿Quién entiende nada? El mercado intelectualiza la trivialidad, los intelectuales trivializan el pensamiento; alguien ha cortado con un alicate las alambradas de espino que antes separaban el Chiki Chiki de Bach, a Modigliani de una película porno, a las pizzas con anchoas del neorrealismo, a Montserrat Caballé de Fredie Mercury, a Charlie Parker de la Premier League, al mester de juglaría de los existencialistas, a Warhol de Platón… Y entretanto Balzac discute con Gauguin sobre la última entrega de Star Treck mientras se toman un café en Starbucks.
Pero nuestra esencia es la resistencia, el fortalecimiento de uno mismo, la supervivencia a toda costa, un ejercicio intransitivo de la voluntad que sólo aspira a mantenerse. Cada muro siempre es una puerta. Y para ello, para lograr identificar el espíritu del tiempo que mora en acontecimientos tan dispares a fin de alcanzar la comprensión de nuestra porción de mundo, hace falta volverse proteico, y lo más parecido que existe al famoso Zelig de la película de Woody Allen es un adolescente. No me refiero a retornar a la eclosión hormonal, a la adoración de lo instantáneo, a la primavera perenne, al grito sinsentido, sino a su capacidad de sorpresa en relación a todo, a su modo de mirar para admirar y verlo todo nuevo. Copiemos su gramática de las formas, porque ellos son mucho más que botellón y banalidad, son esfera cuando hay que proteger, hexágono cuando se necesita pavimentar, espirales cuando se empaqueta, hélices para agarrar, ángulos para penetrar, ondas para comunicar, parábolas para emitir y recibir, catenarias para aguantar, fractales para colonizar… Recordemos que en su naturaleza, al igual que en la arquitectura animal y en la naturaleza en general, la línea recta está ausente, y que sólo llega con los años y con una experiencia que poco a poco criogeniza su capacidad de adaptación. Por ello, miremos, desesperémonos un poco si hace al caso, y luego sonriamos. Seamos siempre aprendices.

| martes, 18 de marzo de 2008 | 13:18


DIVINAMENTE HUMANO



Antes de que Marlon se transformase en un reo de su gigantesco talento obsesivo-compulsivo, y se pasara las horas engulliendo hamburguesas para calmar sus estados de ansiedad y sus continuas depresiones, hablando por teléfono, chateando en Internet, y visitando secretamente páginas dedicadas a él para corregir datos, recluido en su casa de Mulholland Drive, digo, antes de todo eso, fue Brando.
Brando fue el hombre que revolucionó el arte de actuar, que cambió las técnicas tradicionales de declamación y que con unos pocos trabajos se convirtió en un icono del siglo XX. Infantil, autodestructivo, sexual, egocéntrico, depresivo, genial, fue irresistible para cualquier hombre, mujer o animal. Un ser humano que, como confesó en una escena de El último Tango en París -su película más autobiográfica, hasta el punto de declarar que nunca más volvería a exponerse así en un filme-, consistía en una mezcla de alcohol, testosterona, adrelina e ira.
Expulsado de varias escuelas, en 1943 viajó a Nueva York para vivir con sus hermanas, que entonces estudiaban en Manhattan. Se matriculó en una escuela de teatro, y en el mismo momento que él entraba en clase, lo hizo la profesora Stella Adler. Al verle llegar vestido con un pantalón de peto y unas viejas zapatillas, la profesora hizo un comentario rijoso: ¿Quién es este vagabundo? Mirándola fijamente, el joven, de 19 años, simplemente contestó: Marlon Brando. A las pocas semanas, Brando ya era su alumno favorito. En una clase Adler propuso a los alumnos que se comportaran como gallinas amenazadas por una bomba. Mientras todos cacareaban frenéticos por el aula, Brando se fue a un rincón y puso un huevo. Stella me lo enseñó todo, afirmaría más tarde el actor. No le enseñé nada. Sólo le abrí las puertas del sentimiento y la experiencia. Después ya no me necesitó, respondió ella años después.
En 1947, Brando comenzó los ensayos de la obra que le abriría las puertas de la eternidad. Querido papá, escribía ese mismo año, el 4 de octubre empiezo los ensayos de Un tranvía llamado deseo. Voy a cobrar 550 dólares a la semana y seré el segundo en cartel. El director es Elia Kazan. La protagonista es Jessica Tandy. Karl Maden hace un papel secundario. Es una obra fuerte, violenta y sincera, de impacto más emocional que intelectual. A Brando no le gustaba Stanley Kowalski, el personaje que -primero en el teatro y luego en el cine- le convirtió en un dios. Yo era la antítesis de Stanley Kowalski. Yo era de naturaleza sensible, y él, vulgar.

En sus memorias, Tenessee Williams recuerda su primer encuentro con Brando: Me pidió que paseáramos por la playa. No intercambiamos ni una palabra. Nunca había visto a un hombre más hermoso.

Desde muy pronto Brando despreció la fama, temía a los fans y rechazaba el trato de favor que recibía. El éxito le perturbaba. Empezó a padecer insomnio y jaquecas. En la célebre entrevista que Truman Capote le hizo en 1957 y que se tituló El duque en sus dominios, Brando -que durante cinco horas bebió mucho vodka- afirma que la gente sensible no logra evolucionar aterrada por las heridas. Nunca se permite sentir porque siempre siente demasiado. Brando le confesó que se sentía incapaz de amar a nadie, de confiar en nadie.
A propósito, yo adoro a Brando.

| lunes, 17 de marzo de 2008 | 12:52


EL RENACIMIENTO EN DUBAI
Hace doce años el arquitecto holandés Reem Koolhaas publicaba su noción de la ciudad genérica, una metrópolis dispersa, de edificios repetitivos, centrada en un aeropuerto y habitada por una tribu de nómadas planetarios con pocas lealtades locales. Su argumento era que deseaba reflejar la realidad contemporánea de una manera más precisa que las visiones nostálgicas ya de Nueva York o París. Pasado este tiempo, ahora parece que tiene la oportunidad de materializar su sueño: Nakheel.
Nakheel es el nombre de su propuesta para la ciudad portuaria de Dubai, que simularía la densidad de Manhattan en una isla artificial cercana al Golfo Pérsico. Esta experimentación urbana, de una escala asombrosa, criticaría tanto la ciudad contemporánea como el creciente uso de la arquitectura de vanguardia como instrumento de autobombo. La estrategia consistiría en mezclar todas las tendencias para explotar sus potenciales ocultos o, como él dice, encontrar optimismo en lo inevitable. Este híbrido entre la realidad y la fantasía dividiría la isla en 25 bloques idénticos, claras filas de torres altas y estilizadas o bajas y achaparradas, cuya monotonía se rompería con estructuras extrañas, edificios en espiral, gigantescas esferas de 44 pisos, etc... La idea es que funcione como un gigantesco espejo, a un lado la gran metrópolis del siglo XX, al otro su gemela distópica. ¿Funcionará este intento de superar la crisis de la ciudades actuales o quedará como otro juguete roto en la historia de la arquitectura?

| jueves, 13 de marzo de 2008 | 14:31

DENTRO DEL PROGRAMA DE LAS BIBLIOTECAS DE ASTURIAS, EL CLUB DE LECTURA DE LA BIBLIOTECA DE SAN CLAUDIO ME HA INVITADO ESTE VIERNES, 14 DE MARZO, PARA COMPARTIR UNA CHARLA. SERÁ A LAS 6.30. TODO AQUEL QUE QUIERA HABLAR SOBRE MIS NOVELAS O TODO LO DIVINO Y HUMANO QUE SE NOS OCURRA, ESTÁ INVITADO.
MUCHAS GRACIAS.


BOCATTO DI CARDINALE XIII
En fin, lo reconozco: hoy tengo el día nostálgico. De aquellos tiempos en los que íbamos a discos en Oviedo que se llamaban Pasarela, Vanitas y La Real, tomábamos lima con ron como si fuera lo más sofisticado del mundo, se podía ir desde las Piraguas al Xiringüelu en coche sin que te parase la Guardia Civil y creíamos que los amigos eran para toda la vida. Seguro que los de mi quinta reconocerán lo que viene a continuación. No se pierdan a Falco, el tipo más chulo que ha dado la música pop, y sobre todo a Beloved, In sweet harmony me sigue gustando como el primer día.
Seguiré buscando entre mis vinilos.












| martes, 11 de marzo de 2008 | 19:08


ICÓNICA

La famosa instantánea del Che tomada por Alberto Korda Díaz el 5 de marzo de 1960, denominada El Guerrillero Heroico, es la imagen más reproducida de la historia de la fotografía. Una postura adoptada en su serie por Homer Simpson, abrazada tanto por la iglesia como por la comunidad gay, tatuada en el cuerpo de Tyson o Maradona, envolviendo helados o preservativos o como gancho para vender vodka, es el icono por excelencia del siglo XX. Los ecos, parodias, pastiches, paráfrasis, imitaciones, reescrituras, refundiciones, intertextos o alusiones que se han hecho sobre él son legión. El impresentable Chávez lo nombró ante otro que tal baila, su homólogo iraní Mahmud Ahmadineyad, equiparándolo a Mahoma, y el señor Evo Morales, nada más llegar al poder, promovió la Ruta Che, un recorrido que comprende Vallegrande, Pucará y La Higuera, para ver el lugar donde fue fusilado. Y no olvidemos a la madre del cordero, Cuba, donde su figura se mantiene limpia, casi monacal, evitando cualquier referencia a su vida privada, aficiones o vicios. ¿Cómo?, me pregunto, ¿cómo es posible que un individuo cruel y violento, un tipo que soltaba perlas del estilo: La dictadura del proletariado se ejerce sobre el proletariado mismo, o Tenemos que crear la pedagogía de los paredones de fusilamiento y no necesitamos pruebas para matar a un hombre, o Un revolucionario tiene que convertirse en una fría máquina de matar, repito, cómo es posible que haya devenido en un modelo de solidaridad, casi un santo laico defensor de la vida, la justicia y la libertad? Ernesto Guevara, durante los seis meses que tuvo el mando de la fortaleza de La Cabaña mandó fusilar a cientos de personas, y durante los años de Sierra Maestra ejecutó a catorce -él en persona le reventó la cabeza a alguno de un tiro-. Y esto sólo para abrir boca. Repito de nuevo, ¿cómo es posible?

Pues una vez echadas cuentas, sólo hay una respuesta: la necesidad acrítica del ser humano de tener mitos. Una irrefrenable tendencia a creer que en este asqueroso mundo hay intacta una base de pureza, un ejemplo de entrega, y encima representada por un tío alto, guapo, que abandonó el poder para seguir repartiendo estopa y se lo cargaron joven, dejando un bonito cadáver. En verdad, El Che ha tenido mucha suerte históricamente, y más teniendo en cuenta que su par, Fidel Castro, va a quedar en los libros como la Chata de Pumarín. Personalmente, siempre he desconfiado de cualquier tipo que cada vez que habla mete en el mismo saco a la igualdad, la libertad, la justicia, el asesinato, el amor universal, la destrucción humana y las bombas. Porque comprendo al instante que es uno de esos cabrones que propugnan la utopía, que no es más que la negación de la democracia, es decir, esos paraísos colectivos que son la manera más rápida de acabar en Auschwitz. Por eso, cada vez que tengan cerca a alguien que dice tener visiones universales, aplíquenle el remedio ideal de Santa Teresa: que le doblen las raciones de comida; y si hay tentación de acudir a alguna manifestación por la paz enarbolando enseñas con la jeta del Che, tírenlas a la papelera y agarren por ahí a alguna paloma, que también son violentas y bastante cochinas, pero que si se les pone una ramita de olivo en la boca -si no tienen vale también laurel- dan el pego. Pero, sobre todo recuerden que la mayoría del bien que hay en el mundo depende de personajes no históricos, y que descansa en tumbas que ya nadie visita.



| sábado, 8 de marzo de 2008 | 19:59





PLAY RIDLEY


Dicen que dicen que Ridley Scott anda tentado de filmar Meridiano de Sangre, de Cormac McCarthy, y yo no sé si ponerme como unas castañuelas o intentar evitar por todos los medios que lo haga. Tanto la novela, que me parece la mejor de la segunda mitad del siglo XX, como el director, uno de mis preferidos, son como cócteles perfectos por separado que, seguramente, una vez mezclados, sabrán a culebra. Y aún así, la esperanza.

Aunque reconozco que Ridley está demediado, seguramente por su apego al dinero -nada que objetar-, soy como los curristas, que esperaban una última faena genial por imposible del herrumbroso torero. Mal que pese a sus detractores es el autor de Blade Runner, Los duelistas, Alien y Thelma y Louise. Cualquier mediometro de esos que andan poniéndolo a parir se cortaría el dedo meñique por haber filmado cualquiera de estas cuatro joyas. Y siendo evidente que Scott nunca camina firme por la fina línea que separa al artesano del artista, tampoco firma fiascos totales. Incluso en sus estropicios más penosos, como La teniente O´Neill, Tormenta Blanca o La conquista del Paraíso -Gladiator es sólo la demostración de su pragmatismo artístico: los estudios no ponen cien millones sólo para que se lo pase bien, como suele comentar-, se nota por momentos el pulso del genio. Además, hay ejercicios de estilo como Hannibal o Legend que a mí me apasionan -esta última tiene la mejor encarnación del Diablo jamás filmada y, hoy en día, después de cosas como El señor de los Anillos, arrasaría-.

Lo dicho, Ridley Scott no hace más que seguir la estela de estupendos directores como Howard Hawks y Michael Curtiz que, debiendo trabajar con rapidez y en proyectos que muchas veces ellos no han originado, son capaces de producir arte. Así que estemos preparados: mi fumador de Montecristos preferido, el hombre que con ocho años ya sabía que quería hacer cine, el director de publicidad que en sus inicios filmó el que hace poco fue votado el mejor anuncio de la historia del Reino Unido, va a lanzar los dados de nuevo. Y yo, como siempre, me compraré una entrada y cruzaré los dedos.

| jueves, 6 de marzo de 2008 | 0:03



El mayor enemigo del hombre no es la ignorancia, sino la ilusión de conocimiento.
Stephen Hawking. Fragmento de una entrevista en la revista Esquire.

| miércoles, 5 de marzo de 2008 | 0:00



LA AFILADA LUZ

Para vacunarnos contra el bostezo y la sobredosis de política que nos espera hasta el domingo, les voy a contar una historia, una de las más hermosas y trágicas que yo he escuchado en mi vida. Una de mis preferidas. Mark Rothko forma parte de mis pintores de cabecera, me apasiona la epifanía de unos cuadros en los que se experimenta de tal manera con la luz, con la idea misma de la luz, con su desnudez, a la par que me interesa la espeleología de su asfixiante y telúrica obsesión por los horizontes monocromáticos. Cumpliendo con esa tendencia de los escritores -y del ser humano- de intentar acotar, clasificar y depurar todo lo que no entendemos para tener la sensación de entender, me puse a devorar todos los libros que encontré para desentrañar aquel acertijo encerrado en un enigma envuelto en un misterio, que diría Churchill. Finalmente, creí hallar una explicación. Una terrible, hermosísima y desasosegante explicación.

Rothko nació en 1903 en la localidad letona de Dvinsk. En 1913, con diez años, Markus Rothkowitz, un niño judío que sólo hablaba yidish y ruso, debio atravesar en ferrocarril de punta a punta Estados Unidos para arribar a Portland, Oregón, donde le esperaba su familia, realizando este larguísimo viaje con un cartel colgado en el cuello, donde, escrito en inglés, llevaba los datos de su persona y destino. Nunca pudo olvidar la experiencia de esta visión transversal del espacio infinito del paisaje atisbado a través de las ventanas del vagón, porque era lo único que podía comprender. Tampoco, una vez instalado en Portland sin entender durante años el inglés y, aún menos, las extrañas costumbres de su nuevo país, pudo prescindir ya del no menos infinito espacio íntimo en el que estuvo confinado, su refugio y baluarte.

Cuando a finales de los años veinte se convenció de que la pintura era ya su única dirección posible, y más tarde, cuando encontró su estilo definitivo y característico, esa claridad, como él la llamaba, no pudo dejar de pintar una y otra vez la desolación de aquella línea de horizonte de borde a borde de su pintura, ese infinito espacio exterior atisbado a los diez años mientras atravesaba el paisaje americano, así como la infinita inmensidad luminosa donde se refugiaba cuando todo le resultaba extraño o adverso. Su obsesión radicaba en su convencimiento de que gracias a la pintura podría conservar aquella experiencia, aquella claridad, aquella refulgencia que le había salvado la vida.

Mark Rothko se suicidó a primeras horas de la mañana del 25 de febrero de 1970 en su estudio de Nueva York. Un aneurisma de aorta que dos años antes le había retirado temporalmente de la pintura, dejando su salud quebrantada, la separación de su mujer y un creciente estado de desasosiego por una depresión siempre latente se confabularon para que sus últimos cuadros se volviesen densos y oscuros, como si ya no pudiera salir de aquel reino de penumbra y pintar la luz en la que se había refugiado durante tantos años. Quizás la conciencia de que ya no podía convocarla, de que ya no podía esconderse en ella, hizo que no fuese capaz de soportar más tiempo la tensión dramática de la vida y, en efecto, pintase un último cuadro, un réquiem por la luz, que no era más que su vida misma. Un cuadro totalmente negro que se lo tragó aquella mañana del 25 de febrero de 1970 en su estudio de Nueva York.

| martes, 4 de marzo de 2008 | 12:19


LAS COSTURAS DEL MUNDO
Un sastre judío necesitó mes y medio para confeccionar unos pantalones, y recibió la airada visita de su cliente: mes y medio para hacer unos pantalones, se quejaba el cliente cuando se los entregó, cuando Jehová hizo el mundo en una semana. El sastre abrió la ventana y abarcando el mundo con un gesto, lo compadeció un pelín desdeñoso: mire usted ese mundo, dijo, y luego señaló los pantalones con orgullo y exclamó, y mire usted esos pantalones.

| lunes, 3 de marzo de 2008 | 10:13



ZEITGEIST
Dos jóvenes toman copas en la barra de un bar. Uno es urólogo y el otro militar, piloto de caza. Se admiran y se cuenta cosas, y esa noche el piloto describe con entusiasmo cómo ha roto dos veces la barrera del sonido, pero no se ha centrado en la hazaña, sino en una curiosidad científica: cómo la onda sonora rompía los cristales de hielo que se formaban en el fuselaje. El médico le dice: repite eso. El piloto le explica cómo se rompen los cristales a través de un medio fluido sin que éste se vea afectado. Y el médico, que habitualmente hurgaba en el riñón en busca de mortificantes piedras, hoy en día las elimina de manera limpia e indolora con ultrasonidos.

| sábado, 1 de marzo de 2008 | 17:36

BOCATTO DI CARDINALE XII



HAVEN (2004)
Director: Frank E. Flowers
Reparto: Bill Paxton, Orlando Bloom, Stephen Dillane.



EL ALBA, LA TARDE O LA NOCHE (Anagrama. 2007). Yasmina Reza.