| jueves, 28 de febrero de 2008 | 10:32


¿CARNE O PESCADO?
En un monasterio a orillas del Sil en tiempo de Cuaresma hace centurias, había estricta prohibición de comer carne. La gente del pueblo afrontaba resignada el mandato y se alimentaba de conceptos como humo de tocino y resonancia de corderos, mientras los frailes tiraban cerdos y ternascos al río y otros los pescaban a la altura del convento para cocinarlos. Algunos feligreses se atrevieron a exponer la desvergüenza al abad, que les contestó con modernidad paradójica: amigos míos, todo lo que cae en la red es pescado.

| miércoles, 27 de febrero de 2008 | 0:03


SIN TU QUERIDA PRESENCIA…


Los monomaníacos no son una variedad de sacerdotes ortodoxos, como le oí a alguien hace años, sino personas obsesionadas con una sola idea, seres que construyen una imagen reducida, única y extravagante del mundo, que les permite tomar decisiones alejadas de la realidad y, en el caso de un dictador, amordazar o exterminar a miles de personas sin rastro alguno de conciencia. El herrumbroso Fidel Castro es un buen ejemplo de ello. Por ende, esas mentalidades autoritarias no admiten consejeros, sino sólo cómplices, como ha demostrado Raúl Castro, una mera marioneta dirigida por su hermano, que ha vuelto a dar gato por liebre al anunciar con una mano reformas y con la otra limitarse a armar el nuevo teatro de títeres talibanes, con Machado Ventura a la cabeza, un tipo que por mucho que tararee el himno soviético o el venezolano, está, como todos ellos, a la derecha de Luis XIV.


Los más optimistas confían en que esta maniobra pretenda una transición de Cuba hacia el modelo chino o vietnamita, es decir, reforma económica sin apertura política. Sin embargo, yo, que procuro no confundir la realidad con los deseos, opino al igual que Philip Roth que nadie abandona nada, jamás, y mucho menos los hábitos, y que sólo la muerte o la enfermedad más severa te obliga a ello por una causa de fuerza mayor. Sencillamente por eso Fidel Castro, aunque no gobierne, seguirá mandando a parar en la isla hasta la última gota del gotero que mantenga viva su oxidada sangre, y por eso los medios de comunicación continuarán amordazados, los disidentes silenciados, los presos políticos escarnecidos y el pueblo muerto de hambre.


Desde la hornacina del santoral comunista, Fidel Castro lleva ejerciendo un asombroso y sangriento magisterio que dura ya 56 años, justo desde que una esperanzadora revolución devino en dictadura primero, y luego degeneró en tiranía. 56 años en los cuales la coartada del marxismo y sus recompensas ficticias de paraísos terrenales, ha servido para que este Moisés de baratillo interpretase las tablas de la ley adaptándolas a su voluntad de poder, de forma que cuanto más chocaba con los hechos, lo racional, más se recurría a la fuerza motriz de la fe, de lo irracional, logrando efectivamente la igualdad predicada, pero a base de aplastar a todo el mundo. Miles de cubanos intimidados y neutralizados mientras el Comandante construía su teocracia ecuménica, simplificadora y maniquea utilizando el cemento esencial del interés, la estupidez y el miedo. Ninguna diferencia con el nazismo, el fascismo o el nacionalcatolicismo. Ninguna, créanme. En el camino, desde aquella heroica Sierra Maestra, quedaron mil promesas gangrenadas por un cáncer llamado socialismo real, mil sístoles de ron y risa ahogadas en la palabronería caciquil, mil humillaciones a la dignidad -nunca perdida- del pueblo cubano utilizando como excusa que los hospitales no funcionaban del todo mal.


El futuro es capitalista, como el chándal y las zapatillas que utiliza Fidel Castro; el futuro es hipertecnológico, histérico y global, y no estajanovista, artrítico y folclórico como el uniforme verde aceituna que le uniformaba ataño. Al igual que sin la querida presencia del Che, tanto Cuba como el mundo serán un lugar mejor con la ausencia de Fidel. Y vaya, ¿el intocable y mediático Che también está mal visto en El marfil de la torre?, se preguntará algún lector pillado de improviso. Pues sí, el Che también. Y no se preocupen, porque de él hablaré mañana. Largo. Tendido.

| martes, 26 de febrero de 2008 | 10:15


XI PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA






Ayer estuve en la entrega del XI Premio Alfaguara de novela. En un ambiente distendido y en comunicación directa con todas las casas de la editorial en América Latina, el jurado decidió que Chiquita, del autor cubano Antonio Orlando Rodríguez, era la novela afortunada. Enhorabuena.

| sábado, 23 de febrero de 2008 | 0:22



TENDENCIAS V


-La generación Kidult (kid+adult): adultos que en su tiempo de ocio se convierten en niños, una franja entre los treinta y los cuarenta que mantienen los mismos hobbies de su adolescencia. ¿Su lema?: eres joven mientras tú quieras.

-Lo último en gastronomía: las cenas a ciegas. Cenas a oscuras, para centrarse en la experiencia sensorial de los sabores.

-Los increíbles dibujos hiperrealistas de Juan Francisco Casas hechos únicamente con un bolígrafo Bic.

-El nuevo portátil de Apple, el MacBook Air, que cabe en un sobre A4 y pesa poco más de un kilo.

-Nano, el automóvil que cuesta 1700 euros para motorizar a los países emergentes, sin un adorno, sin apenas electrónica y sin un caballo de más.


-Los nuevos modelos de consolas que permiten acceder a mapas por GPS, navegar por Internet, grabar vídeos y sintonizar TDT.

-Los trabajos experimentales de regeneración neuronal mediante luz, lo que abre la puerta para la cura de la paraplejia, los ictus, traumatismos…

-Los microblogs, sitios de mensajería breve como Twitter.

-El empleo de nanopartículas en los alimentos, lo que permitirá manipularlos a nivel atómico y molecular para, por ejemplo, conservarlos más tiempo, hacerlos más resistentes al calor y a la contaminación microbiana, y alterar texturas y sabores.

-Las profesiones del futuro: expertos en impacto medioambiental; la biotecnología, un enfoque multidisciplinar que mezclará a biólogos, bioquímicos, genetistas, virólogos, agrónomos, ingenieros, químicos…; expertos en robótica; técnicos en turismo; traductores; psicólogos especializados en la adjudicación de trabajos en las empresas; comerciantes virtuales por Internet; geriatras y fisioterapeutas; cirujanos especializados en el transplante de todo tipo de miembros y órganos.

-El tremendo éxito de las novelas para móviles en Japón, escritas con frases cortas, y que tienen poco que ver con el desarrollo y las tramas de las novelas tradicionales.

-El Tecktonik, el baile del siglo XXI, con ecos del breakdance, movimientos espasmódicos y reminiscencias del vogueing.

-Adele Adkins, la cantautora británica, con un carácter tan contundente como su voluminoso físico: no necesito una talla cero para estar guapa, comentó en una entrevista.

-La exposición La nación en armas, sobre la Guerra de la Independencia, con más de doscientas piezas para conmemorar el bicentenario. Hasta el 11 de Mayo en el Teatro Fernando Fernán-Gomez de Madrid.

-La nueva forma de ligar: el Singlering o anillo de no compromiso para solteros, cuyos usuarios indican así que están libres y se evitan planchazos a la hora de entrar.



| viernes, 22 de febrero de 2008 | 0:52



DUELISTAS


Platón rechazaba la Retórica porque la consideraba un mero ejercicio formal de persuasión dedicado a distraer al público mediante la seducción de su elegancia encantadora y sonoridades vacías. Según él, la Retórica no era una ciencia, sino un truco, no era arte, sino rutina, y su fuerza residía en lo emotivo, en vez de en lo racional.


Mucho de eso nos encontraremos en breve en el cara a cara de Rajoy y Zapatero. Los paquidermos políticos se enfrentarán al ojo público y al descarnado veredicto de las audiencias, siguiendo las frenéticas referencias de las primarias estadounidenses y sin vuelta atrás a la táctica de la avestruz en que se había refugiado la política española desde hacía años. Obviamente, si han cedido a los vis a vis no ha sido de gratis, sino porque los think tank respectivos se han dado cuenta de que el componente emocional suma en la motivación final del electorado. El principio de incertidumbre lo domina ahora todo: ni son máximas seguras aquello de que a quien tiene el poder no le interesa el enfrentamiento, ni que a quien aspire a la púrpura siempre le viene bien. En esas movedizas aguas nada ese cuatro por ciento de votantes que deciden las elecciones y que todos quieren pescar, y para ello los expertos preparan de forma exhaustiva no los contenidos, sino las formas, con el objetivo de que el espectador sólo se quede no con prolijos datos, sino con una percepción: este tipo sabe de lo que habla. Porque a la tele no se va a convencer, sino a persuadir. Indumentaria, palabras, gestos, silencios… todo se escoge y administra en un encaje de bolillos para apuntalar las opiniones de sus votantes y soltar guiños a izquierda o derecha de su redil político a fin de rasguñar flecos al contrario. Como es de rigor, nadie se traga ya -o no debería tragarse- esta guerra de almohadas por muy dignos y serios que se pongan, cuando actualmente se pone en tela de juicio incluso el funcionamiento mismo de la democracia representativa, monopolizada por el bipartidismo, con su sistema de listas cerradas absolutamente infumable, que sugiere un tufillo totalitario en la elección de quién va y quién no. Eso sin contar que las estrategias de la crispación, del rechazo frontal al adversario político, de las ofertas del y yo más para fidelizar el voto, y de la confianza más en el error ajeno que en el acierto propio nos tienen hartos.


No obstante, y aunque ya nadie crea -o no debería creer- en estos ritos, hay que celebrarlos. Es como tratar de usted al duelista que tienes enfrente, quitarte la chaqueta y apuntar en el orden que toca: una cuestión de formas. Porque en la democracia las reglas importan tanto o más que ganar. Y renunciar a ellas, tanto a estas representaciones teatrales como a un sufragio universal en el que los votos están cautivos en un sistema perverso, implicaría la abdicación de cualquier intento de mejorarla, y lo que es peor, de la democracia misma.


Hasta que podamos hacerles comprender a los políticos que el honor es una cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes, y no reside en tomar la decisión correcta, sino en asumir las consecuencias de las incorrectas, tendremos que sentarnos frente al televisor con la misma frustración del bombero que llega tarde al incendio equivocado. En cierto modo es una derrota, pero una derrota imprescindible para victorias posteriores.



| jueves, 21 de febrero de 2008 | 11:30



MEJOR IMPOSIBLE -artículo de Raúl del Pozo en El Mundo-.

En los últimos años me he tragado cientos de mítines. Siempre la misma misa: banderas de plástico, ciudadanos-claqué, gradas repletas de tripulantes de autobús, un chapuzón musical para anunciar al líder con apoteosis final, como Celia Gámez, rodeada de los boys del aparato. Todo esto nació en Nuremberg o Moscú, así que no puede decirse que la ópera de las masas sea un invento del fascismo. La tramoya se levantó lo mismo en la Plaza de San Pedro que en la Plaza Roja. Ahora la opereta incorpora vídeos gigantes, confetis, vocalistas y hasta acróbatas y clowns.

Mariano vende miedo. ZP, humo. Mariano llega con el séptimo sello. ZP ha convertido las angulas del felipismo en los gusanos de la memoria histórica y ha buscado la nueva frontera de unas libertades que superan a las de los holandeses; en la precampaña ha convertido sus cejas en una octavilla para vender humo. Dice como Obama: siento el cambio en el aire; agita a los chorbos, a los extremistas violeta y a la izquierda caviar después de decapitar a los disidentes y de deshuesar la socialdemocracia, modernizándola. Los dos utilizan las mismas plazas de toros y pabellones deportivos, siguiendo una moda que inició Carrillo. La política es un espectáculo desde que Napoleón redactó en medio de la estepa rusa el reglamento de la Comedia Francesa.

Sin líder no hay trofeo. He ahí Andalucía, Chaves podría perder la mayoría absoluta si la participación, como teme Rubalcaba, bajara del 70% porque Arenas sacaría 8 diputados más, el PA desaparecería e IU ganaría un diputado. Así que Andalucía espera el advenimiento de ZP que, como la Macarena, provoca chispas de entusiasmo. Obtuvo en las últimas elecciones 300.000 votos más que Chaves. Seguimos bailando en las botas de Nikita porque las elecciones democráticas recuperan el culto a la personalidad. Para Mussolini la masa es la gran hembra; para Mao, que poseía cocinero propio, las masas tienen un poder ilimitado. Aunque el culto a la personalidad no nació el siglo pasado, sino 46 años antes de Jesucristo. Si estamos sometidos -se dice en Julio César-, Bruto, la culpa no está en nuestra estrella, sino en nosotros mismos. Hoy el culto es tibio, de diseño, de refresco. Se basa, como siempre, en la adoración. Seguimos siendo fetichistas, nos siguen gustando los zapatos de tacón y los líderes carismáticos.

Mariano Rajoy es buen dialéctico, brillante, prudente. Le dio un buen repaso a Gabilondo en Cuatro, pero la derecha española no tiene quien le cante. Denzel Washington y de Niro apoyaron a Obama; Jack NIcholson a Hillary. A ZP le aclaman los artistas españoles, que llenarían Las Ventas. Mejor imposible. A Mariano no le canta ni Julio Iglesias. Pizarro, que parecía un buen fichaje, resultó un voceras; como creyente, el turolense debería saber que el Espíritu Santo dice que es de necios hablar mucho, sobre todo el que se dedica a la política.


| miércoles, 20 de febrero de 2008 | 9:25

LISBOA
Últimos días en Lusitania. Cada vez que vuelvo a Lisboa, no dejo de visitar los Jerónimos, y en cada ocasión el asombro. Si los portugueses hubieran sido los primeros en llegar a la Luna, su logro no habría menor que levantar este monasterio. Realmente, niguna foto puede reflejar su grandeza.

En la plaza de Rossio.

Acuario de Lisboa. Robado o posado??

Jerónimos.


Torre de Belém. Símbolos de un antiguo imperio.


Bosque de columnas en los Jerónimos.


| martes, 19 de febrero de 2008 | 9:45

OPORTO

Aprovechando que estábamos al lado, y antes de Lisboa, hubiera sido un pecado no visitar Oporto. Junto a Marie Vallat, Armas Marcelo y su mujer, Saso, nos desplazamos hasta allí. Nos lo pasamos bien, sobre todo cuando descubrimos el restaurante con las mejores ostras de la ciudad y un alvarinho de escándalo. Una ciudad para regresar.



En la Ribeira de Oporto.

Armas Marcelo frente a la desembocadura del Duero.



Marie Vallat, al fondo Armas Marcelo y Saso.


Puente de Dom Luis I.



| domingo, 17 de febrero de 2008 | 2:20

O TEMPO DOS IMPERADORES ESTRANHOS, 8000 EJEMPLARES EN LA CALLE.

JORNADA FINAL DE CORRIENTES D´ESCRITES

Días amables y divertidos en Póvoa. Buenas conversaciones, nuevas amistades, vinho verde, marisco, mar y, sobre todo, literatura. Muchas gracias a una organización de una puntualidad teutónica y que nos cuidó soberanamente.

Hoy mismo viajaré a Oporto. El lunes, el Instituto Cervantes de Lisboa.



Presentación de O tempo dos imperadores estranhos -Porto Editora-: antes de apuntarles con el libro.

Después de apuntarles con el libro.


Mesa redonda sobre cómo la literatura se relaciona con la realidad.



Con el famoso fotógrafo Mordzinsky.




El mar de Póvoa.






| viernes, 15 de febrero de 2008 | 1:39

CORRENTES D´ESCRITES


Algunas fotos del encuentro de Pòvoa. Una acogida exquisita, al igual que la organización, y un buen ambiente literario y mestizo.
Presentada ya la edición portuguesa de O tempo dos imperadores estranhos -Porto Editora-, comenzaré las entrevistas en breve.




Con María José, que lleva una organización milimétrica del evento, Juancho Armas Marcelo y Marie, mi agente.


Juancho en plena promoción de su estupenda novela. Tan buen escritor como persona.


Con mi editor portugués, Rui -fantástica la edición y promoción de O tempo dos imperadores estranhos-, y con Manuela, una de las prodigiosas organizadoras de Corrientes D´escrites.


Con Eduardo Mendoza y Eduardo Lourenzo, un crack que me hizo reír un montón durante la comida.



Con Carme Riera, que también presentaba su edición portuguesa.




Con Adolfo García Ortega, lean su interesantísima novela Autómata.





Con la guapísima Elena Ramírez, de Seix-Barral.







| miércoles, 13 de febrero de 2008 | 0:12




HOY EMBARCO PARA PÓVOA DE VARZIM, EN PORTUGAL, INVITADO HASTA EL DOMINGO A LAS JORNADAS DE LITERATURA CORRENTES D´ESCRITAS, EL ENCUENTRO LITERARIO MÁS IMPORTANTE DEL PAÍS VECINO. MUCHAS GRACIAS A MIS ANFITRIONES.

POR OTRO LADO, GRACIAS A LAS ENTREVISTAS PREPARADAS POR MI EDITORIAL EN PORTUGAL, PORTO EDITORA, APROVECHAREMOS PARA DARNOS A CONOCER AL PÚBLICO DE ESE PAÍS, ANTE LA PRÓXIMA PUBLICACIÓN DE LA EDICIÓN PORTUGUESA DE EL TIEMPO DE LOS EMPERADORES EXTRAÑOS.
NOTA DE PRENSA:
Como cada año, el Encuentro Literario Correntes d'Escritas reúne en Póvoa de Varzim, localidad costera al norte de Oporto, a escritores, romancistas y poetas, en lengua española y portuguesa de varios países, quienes debaten sobre lengua y literaturas.

En esta ocasión, asistirán los autores españoles Adolfo García Ortega, Carmen Riera, Eduardo Mendoza, Ignacio del Valle y J. J. Armas Marcelo; los portugueses Almeida Faria, Ivo Machado, Rui Zink o Valter Hugo Mae.

De Brasil llegarán André Sant Anna, Joao Paulo Cuenca, Ligia Walper, Ledo Ivo y Maria Lúcia Lepecki.

También vendrán los angoleños Pepetela, Ana Paula Tavares, José Eduardo Agualusa, Ondjaki, Manuel Rui y Kiluanje Liberdade; los argentinos Cristina Norton, Eugenia Almeida y Daniel Mordzinski.

Igualmente, participarán el peruano Oscar Málaga Gallegos; la colombiana Janet Núñez; el cubano Leonardo Padura; el guineano Waldir Araújo; los mozambiqueños Mia Couto y Paulina Chiziane, y el guatemalteco Eduardo Halfon.
Los escritores participarán en charlas y debates, presentaciones de libros, sesiones de poesía y encuentros con alumnos.

| martes, 12 de febrero de 2008 | 10:19



HUMANO DOBLE CON PATATAS FRITAS Y REFRESCO

Interesante. Por no decir interesantísimo el planteamiento de Raj Patel, autor del libro Stuffed and Starved: Markets, Power and the Hidden Battle for the World Food System -Repletos y hambrientos: los mercados, el poder y la oculta batalla por el sistema alimentario mundial-, acerca de las razones sociales de la obesidad.

Cuando hay algún tipo de análisis sobre la obesidad, éste se limita a expresar los prejuicios sobre el defecto individual y moral que lleva a una persona a ser gorda, y que si la clase trabajadora tiene sobrepeso, sólo ella es culpable. Raj Patel cambia el enfoque y defiende que no somos individuos libres nadando en un océano de opciones no sujetas a coacción alguna, sino que las opciones de los individuos se rigen en su mayoría por las normas sociales, y cada día la industria alimentaria, el ritmo de vida que llevamos y la arquitectura del mundo moderno determinan nuestras alternativas induciéndonos a engullir tentempiés y después salir corriendo. Como tenemos tendencia a olvidar cómo nos determina el entorno, nos resulta fácil pensar que nuestros alimentos están hechos para nosotros, cuando últimamente el capitalismo, cada vez más, tiende a hacernos a nosotros para nuestra comida.


Raj Patel pone un ejemplo transparente: en pleno siglo XX, cuando el apartheid se introdujo en Sudáfrica, la población negra ya no podía disponer de las mismas comodidades que los blancos en los centros de trabajo. En Durban, esto supuso que los caddies negros que trabajaban para los blancos en los campos de golf ya no podían comer en la cantina de trabajo. En cierto modo, la aparición del Bunny Chow, plato típico de Durban, fue una reacción a esta situación. Fusionando la comida india con la europea al untar de curry una rebanada de pan, se creó un alimento caliente que podía comerse deprisa mientras se volvía al trabajo.

Para apuntalar estas afirmaciones, un informe de la Agencia de Pautas Alimentarias Británica de julio de 2007 descubrió que las personas de ingresos bajos tenían las mismas posibilidades de sufrir obesidad o sobrepeso que los grupos de mayor renta, aunque, en promedio, las primeras solían consumir menos fruta y verdura. Por lo tanto, argumenta Raj Patel, hay que cambiar urgentemente de forma de pensar a la hora de mitigar el incremento de peso en la sociedad, y que esas dolencias dejen de ser rehenes de una cirugía que, desde su primera intervención en 1954, ha llevado a cabo miles de ellas anuales, y de las empresas farmacéuticas, que han incrementado su control sobre este sector del mercado que mueve cantidades ingentes de dinero.

¿Su conclusión?: menos cirugía bariátrica y alimentos nutracéuticos -destinados a reducir el apetito-, y más sociología; menos juicios morales y más política.

| lunes, 11 de febrero de 2008 | 13:41

BOCATTO DI CARDINALE XI



30 DÍAS DE OSCURIDAD (30 Days of Night, 2007)

DIRECTOR: David Slade.

REPARTO: Josh Hartnett, Melissa George, Danny Huston, Ben Foster.

| viernes, 8 de febrero de 2008 | 1:00



BELGRADO, MÁS ALLÁ DEL RÍO Y ENTRE LOS ÁRBOLES


La primera impresión de Serbia es la horizontalidad. A medida que el avión desciende en una suave curva hacia el aeropuerto de Surcin, contemplamos una planicie tal que contradice toda noción razonable de esfericidad planetaria, parcelada en una suave modulación de colores como esas mantas hechas de retales multicromáticos, e irrigada por un culebreante y majestuoso Danubio, ese río transfronterizo que ya es casi más literario que líquido. La segunda impresión, mientras el taxi se acerca a la ciudad, es la verticalidad. Un cinturón de paralelepípedos grises que retrotrae a la arquitectura soviética, a unas ínfulas ministeriales e intimidantes que ahora no producen más que una sensación de tristeza esencial. Y la tercera impresión, una vez situados en el cogollo de Belgrado, es de zigzagueo. Una inesperada vitalidad insuflada por sus bulevares arbolados, terrazas concurridas, tiendas de moda, cafeterías, centros comerciales, galerías de arte… todo confirmando la buena salud de una ciudad que, tras salir del oprobioso centelleo de la guerra, ha comprendido perfectamente que la mejor manera de ser reconocida como europea es… consumir.

Toda vez que ya estoy instalado, me preparo para lo más interesante de viajar: el choque frontal con la diferencia. Estar obligado a redefinirme, a volverme más sensible a lo que acontece a tu alrededor, a desarrollar un pensamiento y una estética alternativa. Mi hotel está en pleno barrio de Stari Grad, el verdadero centro neurálgico de la Ciudad Blanca, como denominan a Belgrado, y cuya vena aorta es Knez Mihailova, una calle peatonal atestada de gente y tiendas de marca, Zara, Adidas, Mango… amalgamadas con los aristocráticos y monumentales edificios levantados por las más importantes familias serbias en el XIX. Esta calle parte de la Plaza de la República -Trg Republike-, donde podemos apreciar el Teatro y el Museo nacionales, y empalma en su otro extremo con la fortaleza de Kalemegdan. Esta fortificación, enclavada en medio de un parque -una popular zona de ocio donde se mezclan patinadores, canchas de baloncesto, corales cantando, tenderetes y viandantes de toda condición-, merece un visita pausada, y especialmente la fila interminable de vehículos blindados y artillería de todas las épocas que le indican el camino al visitante hacia uno de los paisajes más inolvidables que, humildemente, este servidor ha visto en sus viajes: en el vértice más occidental de la muralla, al pie de la columna al Vencedor de Belgrado, se disfruta de la espectacular desembocadura del río Sava en la anchura, lentitud y grandeza del Danubio. Una experiencia que no tiene nada que ver con la palabra, que se basa en el inconsciente, en la certeza de una belleza que podría cambiar el mundo, como aseguraba Dostoievski. Pero Belgrado aún guarda más prodigios.

Uno de ellos son las iglesias, joyas ortodoxas en cuyo interior resplandecen los altares en tonos azules, ocres y dorados, tremolando por la ondulación de las llamas de las velas. Sólo me alcanzó el tiempo para ver dos, la ineludible Sveti Sava, la imponente catedral, cuya estampa bizantina y dieciocho cúpulas dominan la ciudad desde Vracar, el barrio contiguo a Stari Grad. Y en la misma área, en el bulevar Kralja Aleksandra, la Crkva Svetog Marca, la iglesia dedicada a San Marcos -junto al parlamento nacional- que sorprende por la mixtura de los materiales utilizados en su construcción, el bronce, el ladrillo, la madera, y por su particular celebración de Dios en tonos rojos y ocres.

Siguiendo con esa tónica singular de las ciudades, en las que se mezcla lo bello y lo terrible, lo renovado y lo abandonado, lo nombrable y lo innombrable, aparte de la arquitectura religiosa me interesaban las cicatrices dejadas por el oscuro periodo Milosevic. En especial, el bombardeo de la OTAN, que comprobé en el agujereado edificio de la Televisión Nacional, cerca de la plaza de Slavija, y que condujo a la Revolución de la Pana, con la ocupación del parlamento -del que, por cierto, la mitad de sus antiguos asientos deben de estar en casas particulares, porque en el 2000 la gente se llevó la mayoría-, y el envío del antiguo presidente a La Haya para ser juzgado. Las placas que recordaban a algunos trabajadores muertos durante las incursiones de los aviones de combate me recordaron la opinión de Montaigne de que morir por una idea, cualquier idea, era concederle un excesivo valor lógico a las conjeturas.

Dejando aparte este oscuro episodio, y volviendo a los prodigios de Belgrado, no podemos saltarnos su gastronomía. Esta nos habla tanto como su historia de una identidad formada a base de superar identidades pasadas y adquirir otras nuevas que las subsumen pero no terminan de cancelarlas. Me refiero a esos platos serbios con reminiscencias de las veintiséis nacionalidades diferentes que conforman el país, platos -se lo aseguro- con la contundencia de un rinoceronte en el Palace. Goulash húngaro, kebab turco, y diversas especialidades eslavas, entre las que recomiendo el burek, las albóndigas locales, pero, sobre todo, la pastelería en general, buenísima pero que le obligarán a controlar su colesterol en las siguientes doce horas. Una copita -o dos- de su famoso Slijvovica, aguardiente de ciruela, ayuda a enfrentarse a la pesadez posterior.

De nuevo en el torbellino y la avalancha de humanidad que diría Drácula, recorro otra vez Stari Grad para participar de su vida, de su cambio y de todo lo que la hace ser como es, y compruebo en la aglomeración de sus comercios lo apasionante que resulta el acto contemplativo de los serbios inmersos en esa vida comercial que llega a sustituir a la vida real, su capacidad de seducción, los anuncios, las luces, la escaleras mecánicas, los mostradores… un espectáculo autónomo que arrastra a toda una sociedad tras de sí independientemente de los productos que ofrece, y acaba por convertir el mismo espectáculo en mercancía, una estetización de la realidad donde cada ciudadano se convierte en un artista.

Toda esta animación me acerca a la hora de cenar y del copeo, una tarea que se puede cumplir en la parte de abajo del barrio, Skadarlija, la zona bohemia de antiguo adoquinado repleta de talleres de artistas, restaurantes, cabarets y locales de copas que siguen indicando que los habitantes de Belgrado se están ocupando como es debido del arte de vivir, es decir, de saber decir basta y eludir el absoluto. El Ima Dana es una buena opción como restaurante, con un grupo musical que sabrá arrullar al comensal en su degustación de comida tradicional. Luego, las copas se pueden comenzar en la cercana calle de Strahinjica Bana, y cuando se hayan calentado motores, la sorpresa de la noche: las Splavovi, o gabarras locas de Belgrado. Ya las había visto flotando en gran número a lo largo del Sava y del Danubio, y me preguntaba si pescarían algo en la orilla. Cuando un camarero me explicó que colocar los lugares de diversión lejos del centro había sido una manera de escapar al Gran Hermano que todo lo había vigilado durante el periodo comunista, no tardé en llegar a un acuerdo con un taxista para que me acercase al río. Cuando lleguen, no se asusten si ven unas barcazas con aspecto infame y a las que se accede por puentecitos inseguros: el ambiente es delirante y la diversión segura. En el Panter podrán hacer karaokes con los músicos, y en el Anamarija podrán bailar esa especie de pop zíngaro que se pincha por todos lados y que parece tocado por esos gitanos a cámara rápida de las películas de Kusturica. El resto de la noche serbia ya depende de su curiosidad y su capacidad de encaje. Y no se preocupen por la seguridad: últimamente, todo en Serbia se confabula para negar la muerte.

| jueves, 7 de febrero de 2008 | 0:10



EL OBJETO, EL DESEO Y LA OSCURIDAD

Esperé durante meses a que Arthur Miller me invitara a cenar, pero nunca lo hizo y nunca le perdonaré. Quería conocer a Marilyn para podérsela robar. Robársela a su marido. Un criminal nunca te perdonaría por evitar que cometieras el crimen que realmente anida en su corazón.
NORMAN MAILER.

| miércoles, 6 de febrero de 2008 | 0:04

LITERATURA EN DEFENSA PROPIA

En la tercera misiva de las Cartas del viaje de Asturias, Jovellanos se quejaba amargamente a su amigo Antonio Ponz de que el resto de españoles conociera de Asturias casi tan poco como de Laponia o de Siberia, ignorando las vicisitudes de este país detrás de las montañas. Algo de verdad sobrevive todavía, más de doscientos años después, en el pronóstico del ilustrado gijonés. Ese olvido, que podría tener muchas explicaciones –económicas, geográficas, lingüísticas e incluso idiosincráticas–, también tuvo su expresión en la literatura. Ciertamente, ha llovido mucho desde que el cura vigoréxico de la prodigiosa novela de Clarín se asomaba al campanario de la catedral de Vetusta para contemplar la ciudad aletargada, pero durante todo ese tiempo ese horizonte acartonado que tanto anhelaba y que tanto le angustiaba permaneció, al igual que su literatura, cautivo de sí mismo. Los arquetipos, vacíos de fondo y excesivos de forma, son fácilmente identificables: cantores de la Arcadia cantábrica como Campoamor y Palacio Valdés; la muerte por aplastamiento de cualquier pluma viva o muerta por la desmesura de dos gigantes, Jovellanos en su faceta de polígrafo y el mismo Clarín como novelista; y una nueva generación de autores encabezada por Dolores Medio, que no cumplió las expectativas creadas con su premio Nadal de 1952, confirmando un modelo histórico reincidente que volvería a cubrirse por una niebla fantástica llena de eucaliptos y helechos y avellanos y removida únicamente por algún busgosu desorientado. Sin embargo, en las últimas décadas, las cosas están cambiando. La razón, una vez que se ha reflexionado mucho sobre el tema, quizás pueda hallarse en la respuesta de Beckett cuando le preguntaron el motivo por el cual había tantos poetas en Irlanda: cuando la mierda te llega hasta la barbilla, no puedes hacer otra cosa que cantar. En un Principado que sigue arrastrando sus endémicos problemas sociales y políticos, en una particular y eterna versión del corralito rioplatense; exhausto por la fuga de cerebros debido a un exceso de hormigas bajo la misma lenteja; con el panorama cultural acosado, socavado y perforado por críticos violeta y curatores arribistas que creen que la literatura es un cortijo esférico e hinchable con el que jugar a la manera de El Gran Dictador; atascado por ciertos poetas pálidos, tan puristas que, como el agua destilada, resultan absolutamente indigestos; en plena mcdonalización del mercado cultural que debilita el vigor narrativo, imprime una rotación ultrarrápida, casi lumínica, a los títulos en las librerías, y obliga a una convicción y una disciplina heroica a los sufridos artistas... han aparecido una serie de narradores que pasan olímpicamente del espíritu victimista y un poco gárrulo que tanto ha caracterizado, por ejemplo, a la selección española y que durante mucho tiempo nos proporcionó como único lector a algún Manolo el del Bombo literario. Estos autores, si hay que ser justos, tuvieron el camino trillado por escritores del fuste de Julián Ayesta, Faustino González Aller, o los todavía vivos Víctor Alperi, José Antonio Mases y Luis Fernández Roces, que cruzaron meridiano tras meridiano de inteligencia para dejar sembrada una semilla cuya extraña botánica germinó en nombres como la prolífica Carmen Gómez Ojea y el casi secreto, magnífico José Avello. Ya digo –y no voy a dar nombres porque todos nos conocemos y además ya lo hizo uno de mis poetas preferidos, José Luis Piquero–, tipos que no participan en torneos de inteligencia, no roban foco, no pretenden desvelar dudas, no levitan en público.


Dicho esto, se me antoja que ahora es nuestro momento, y puede que no se vuelva a repetir nunca más. Así que, mi pregunta es: ¿por qué los asturianos no sacamos la libreta y nos ponemos a escribir, sin más, en defensa propia y del mundo, eliminando una vieja y equivocada frontera que nos dividía en lengua española y lengua asturiana, entre los que viven fuera de la provincia y los que viven en ella, y que prácticamente nos enfrentaba a unos con otros, cuando el enemigo real son los fenicios que trapichean con el negocio, los difamadores, los charlatanes, los oportunistas o los simples adeptos a la rutina? La frase de Benjamin Franklin durante la guerra de independencia norteamericana: o permanecemos juntos o nos colgarán por separado, adquiere en este contexto un especial significado.

Hay que igualar los problemas, la promoción y difusión, y tener muy claro que a la hora de crear escenarios de vida, las obras, la verdaderas obras de arte, honestas, auténticas, meticulosas, imaginativas y catárticas, se crean de espaldas a cualquier guetto u esnobismo nacionalista, se construyen hablando del vecino, sí, pero un vecino que no es más que una simple excusa para hablar del mundo.

¿Seguiremos siendo francotiradores, cada uno haciendo la guerra por su cuenta hasta que poco a poco se termine el ciclo y la mayoría vuelva a ser Nemo, Nadie, o haremos la reunión que hay que hacer, nos convertimos en una piña y repartimos la estopa que ya debíamos haber repartido?

Por mi parte, estoy dispuesto.

| martes, 5 de febrero de 2008 | 1:43



EL TOMATE MECÁNICO

El Tomate ha muerto matando. Ese tratado de los media acerca de la ambición, la miseria, la frivolidad, el ridículo y la culpabilidad del ser humano ha sido retirado de la pantalla, a pesar de estar protegido todavía por el líquido amniótico de las audiencias. Ahora bien, hay que quitarse el sombrero tanto por la factura del producto, que lo ha convertido en el modelo de la prensa rosa en Occidente, como ante su final, con una clase digna de los mejores malos de película: los que no se redimen porque conocen su naturaleza. Tan acosado como Frankenstein al final de la portentosa obra de Mary Shelley, tanto por las demandas como por los nuevos híbridos que se incuban en los laboratorios de sus creadores, el Tomate se dio una vuelta de tuerca a sí mismo tan narcisista como genial y depravada intentando dignificar con una especie de fiesta en la que se convocó a amantes y enemigos, lo que no es más que una mierda pinchada en un palo. Y lo gracioso es que en un espectacular síndrome de Estocolmo, muchos de los que sufrieron su persecución se dolieron en directo por el inexplicable óbito. Lo dicho: la irracional atracción de la mediocridad.


El Tomate no ofrecía ni pizca de información contrastada sobre sus hombres, hombrines, monicacos y monicaquines; al contrario, brindaba una mercancía basada en técnicas desinformativas con sobreentendidos, sugerencias y comentarios mordaces sobre desaires y odios a flor de piel, celos, cuernos, maltratos, envidias… ¿Desaparecerá con su cuerpo presente este tipo de engendros? En absoluto, por supuesto, sólo se trata de ese lapso de paz en medio de enfermedades fatales que precede al ataque final. Es más, estas defunciones cíclicas son necesarias para que los alquimistas locos puedan, a la manera de los pilotos de fórmula, rediseñar motores y aerodinámica para volver sus monoplazas más innovadores, rápidos y fiables. Es suficiente para darse cuenta del desastre con hojear el libro Content del arquitecto holandés Rem Koolhas, que es una cartografía de la globalización en el que aparece un atlas del reality Gran Hermano -¿quién se acuerda de que remite a una novela de George Orwell?- ocupando el tercer puesto inmediatamente después de las bases militares americanas -6.702 distribuidas en 41 países- o la extensión planetaria de los McDonald,s -31.295 en 119 países- y mucho antes que los mapamundis de Ikea, los chinatowns o los monumentos de la Unesco en peligro.


El problema de esta dieta televisiva, con sus infinitos subproductos, no es que engorde la grasa mental, no; el problema es que quien la consuma crea que sólo existe este tipo de alimentación catódica. A ojo de buen satélite millones de chavales se educan con todos estos realitys, programas testimoniales o de chismorreos en la ausencia de cortapisas éticas o morales, en el todo vale si lo sanciona el audímetro, en el toda la noche hasiendo el amoooooor del demediado Dinio. Una generación entera que creerá que el mundo real son las cámaras, los flashes, los gritos entusiastas y desaforados de los figurantes contratados por las cadenas para resaltar la puesta escena, y que se pondrán a la cola de un fantástico ElDorado, un mundo autárquico, autosuficiente, autista, en el que crecerán creyendo que se puede ser millonario o famoso en poco tiempo, en el éxito sin esfuerzo. Mientras, el ritornelo de esta picadora de carne se los irá tragando a todos al tiempo que se aprovecha de los dos pecados capitales del hombre: la impaciencia y la inercia.


Efectivamente, en el Tomate irán de mártires, pero, por una vez, me gustará experimentar el perverso placer que se siente al lapidar a uno.

| viernes, 1 de febrero de 2008 | 16:58

BOCATTO DI CARDINALE X




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