| martes, 25 de diciembre de 2007 | 1:18


GRACQ


Acaba de fallecer Julien Gracq. Ayer leí la noticia como si se hubiese tratado de la muerte de un pariente cercano. Julien Gracq es uno de mis escritores de cabecera, y no podía menos que recordar lo que le decía Sancho a Don Quijote cuando éste se moría: no se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer en esta vida un hombre es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben...


Gracq siempre fue para mí el deslumbramiento, desde sus castillos en Argol hasta sus mares de las Sirtes, pasando por los ojos del bosque. Porque Gracq era el reino de la posibilidad y el silencio, y como Dino Buzzati en El desierto de los tártaros, su capacidad para crear mundos perfectamente reconocibles pero sin situación geográfica concreta -él, que fue profesor de Historia y Geografía-, era inigualable.


Gracq era la espera que consume al que aguarda; el viaje hacia la nada, lo desconocido y lo indistinguible; la exploración de ese inmenso continente que es la melancolía; los enemigos que nunca acaban de llegar; un tiempo que se dilata, un tiempo que nos anula; la renuncia a vivir; los vértigos sin objeto; las fortalezas perdidas; las existencias que se parecen al destino de todos los hombres; la vida que pasa sin lograr dotarla de otro sentido que habitar proyectos que nunca se cumplirán; la juventud perdida, las ilusiones truncadas; toda esa extraña belleza, la atracción que despiertan los estadios vacíos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!

Te he visto en el suplemento de television del periodico y no he podido evitar entrar a cotillear.

De Gracq solo he leido En el castillo de Argol. Mola :)

Saludos!

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Ok, muchas gracias por entrar. Un abrazo.